LO QUE NO PUDO SER

¡Parpadeé!

Solo fue un segundo en el que me di cuenta que todo era diferente; te quería.

¿Cómo? No lo sé, tal vez la inmensidad de tus ojos se robó mis pensamientos, quizás tus cejas negras y frondosas me cautivaron con su gesto, puede ser que tu sonrisa me quitará el aliento, posiblemente me cautivaste con tu carácter (fuerte, sincero, alegre, protector, tierno) o simplemente te estaba esperando sin saberlo. Pero así fue, te empecé a querer, sin medir el tiempo, sin medir las consecuencias, solo te quise.

¡Grave error!

¿Cómo podría quererte? Vamos en caminos opuestos, tu eres calma y yo tempestad, tu pides poco, yo quiero todo, tu eres luz, yo oscuridad, tu eres armonía, yo soy un desastre. Y ahora ¿Cómo podrías quererme? Sin embargo tus labios me rozaron.

¡Sentí!

¿Qué sentí? No lo puedo explicar, sencillamente te metiste en mi piel, cada extensión de mi cuerpo temblaba, solo con tocarme cosquilleaba todo mi ser. Fue mágico. Realmente no era yo, ni eras tú, éramos uno.

¡No puede ser!

¿No puedo perderme en ti? Aunque mi mundo estaba dispuesto a girar en torno a ti, tu vida se va en otro rumbo; un camino incierto, al cual no puedo ir. Y es aquí donde termina. No puedo luchar, si te rindes al perder la primera batalla; no puedo buscar, si no deseas que te hallé; no puedo estar aquí, si tú quieres que me valla.

¡Te quiero!

¿Cómo no hacerlo? Si te metiste en mí, como pez en el mar, tan profundo que es imposible de encontrar. Pero el adiós es certero y tú destino concreto. Aunque el tiempo fue escaso, el sentimiento es incalculable; y a pesar de esta triste despedida seré feliz con mi melancolía, porque pese a extrañarte, me regocijare en tu recuerdo y esté será la luz que me lleve a un nuevo amanecer.

¡Siempre tuya y siempre mío!