Olvidados, por el mundo y por sí mismos,
se deslizan por pedregosos caminos inciertos,
movidos por lo que desprende de su existir,
acontecen, en silencio,
a la espera de algo,
se escabullen por túneles secretos,
se hunden en abismos sinfín,
brotan renovados de la tierra,
abren la densa selva azul,
se pierden en la inmensidad del Desierto,
y condenados,
a su agobiante calma eterna,
terminan al fin, donde empezaron.
[Nota del autor: El poema anterior es una autobiografía. Un resumen de la existencia humana, como me es dado concebirla. El último verso no es una apología a la reencarnación, u otras religiosidades, sino un precepto, bajo mi perspectiva, más optimista: de nada, hacia nada.]
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