PERDER EL METRO, PERDER EL TIEMPO

PERDER EL METRO, PERDER EL TIEMPO

  • -¡Corre, que lo perdemos!
  • -¡Tía no puedo correr más!
  • -¡Qué sí, venga!

Ombligo desnudo y brillante, zapatillas que tal vez nacieron blancas, maquillaje desmaquillado, un puñado de aros de plata, música regatonera, gramática disoluta.

“Próximo tren: 10 min”

  • -¡Joder tía, lo hemos perdio!
  • -¡Ya ves ¡Qué canteo, en nuestra puta cara!

Dos pupilas dilatadas enfrentadas a otras dos, también dilatadas, cinco uñas granates que rozan el piercing, que corona el labio, que tapan la boca, que aprietan con fuerza antes de soltar la carcajada junto a su fiel compañera.

  • -¡Ja ja ja! ¿Y ahora qué?
  • -Tía, pues a esperar mazo rato, ¡Joder! ¡Ja ja ja!
  • -Ríete, que mañana no voy a poder salir ni de coña
  • -No, ni yo. Llegando tarde ya sabes, a tomar por culo el sábado

Huele a vodka y hormonas, huele así la una y también la otra, suena a plato roto, aflora el llanto, no se oyen risas, ni música obscena, solo un WhatsApp que silba el castigo anunciado de una de ellas.

  • -¡Estoy hasta el coño¡ Cuando tenga dieciocho voy a vivir sola y a hacer lo que me dé la gana
  • -¡Ya ves tía y yo contigo!

Fuerte vinagre, del alma al andén, el alcohol superó las expectativas de las inmaduras entrañas de la otra de ellas.

  • -¡Me cago en la puta! ¡Vamos a buscar un baño!
  • -¡No tía, que perdemos el metro, perdemos el tiempo!
  • -¿Qué coño dices? ¡Pero si das pena! ¡venga!

Rostro veloz, cuerpo hacia atrás, no llegan al tren, no llegan al baño, el vómito espera el segundo asalto.

“Próximo tren: 3 min”

  • -Venga mi amor, un pasito más, ya casi lo tienes.
  • -No puedo, me caigo.
  • -No te vas caer, te lo prometo, es solo un escalón.

Pantalón de pana, camisa de cuadros, pierna doblada, zapato negro, suela de goma temblando. Mano sudorosa agarrada al pasamanos metálico, acompaña el apretón angustiado a un paso en falso que no llega a nada.

  • -No puedo, me caigo.

Olor a perfume, a crema de manos, todo de flores, incluido el pañuelo morado. Sonrisa a medias, arrugas cansadas, voz quebrada, palabras de aliento.

  • -Venga mi amor, yo te ayudo.

Gesto valiente, cuerpo agotado, besa en la frente al que una vez fue su marido, como buenamente pueden, consiguen ese último paso. El último escalón, hacia abajo, ambos gibados.

  • -Muy bien cariño.
  • -Gracias madre.

Dolor en las tripas como de hambre, nunca esperó ser su madre. No de él, de su compañero y amante. De quien tantas veces le puso a arder el pecho, la tripa y el sexo. Traga saliva y sigue.

  • -Vamos, otros dos pasitos.
  • -No puedo.
  • -Venga mi amor, que perdemos el metro, perdemos el tiempo.

“El tren está efectuando su entrada en la estación”.

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