Como un bailoteo;
de un lado a otro,
de abajo a arriba;
simétrico a sus alas.
Una dulzura envuelta
entre sus patosos pasos.
Siguiendo la melodía,
libre se sentía;
aquello no era una danza,
aquello era la vida.
Como una marea furiosa,
impactada sobre las rocas,
sus gritos eran ahogados
eran un intento de revelación;
aquello era la vida
disfrazada por la ira
y su carmesí rojo
marcado en nuestro cuello,
perdiendo el sentido del cuerpo
viendo el paso del tiempo.
Esa sensación que me invadía,
sintiendo su piel sobre la mía;
parecía un barco sin rumbo,
zarpando desde la bahía,
navegando entre aquello
que me había dejado tuerto.
Me sentí mayor,
de repente ya no jugaba,
mi juguete se había perdido
en el transcurso de las horas;
las lágrimas ya no eran causadas
por los fantasmas,
por una noche sin tu beso,
por una pelea sin sentido;
todo estaba oscuro,
me sentía perdida,
aquello era la vida,
donde dejamos huella,
donde decimos adiós,
donde quemamos los recuerdos,
y asesinamos con el pincel
manchándonos las manos
de coloridas liras ;
donde se escapa la fe,
y la imaginación emigra.
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