La dulce venganza.

La dulce venganza.

Salamandra

10/09/2017

Conocí una vez a un viajero con alas. Debía cruzar un océano en busca de una nueva vida y sobre todo de su futura esposa la cual había conocido años atrás.

Todo el mundo le había dicho lo cómodo y barato que era un billete trasatlántico y decidió que llegaría a su destino por menos de 250 libras y en un barco de primera.

Toda la gente que le recomendaba aquel barco no sabía algo. Desde pequeño el viajero había sido consciente de que algo le hacía diferente, y ahora, a sus 19 años de edad era algo demasiado evidente como para no aceptarlo. Sus alas crecían cada día y a su vez la dificultad para mantenerlas invisibles.

Nuestro viajero se convenció a si mismo de que sus alas no eran otra cosa que incómodos complejos contra los que luchar día a día hasta conseguir vencerlos. Por esto, pese a que sus alas fueran tan evidentes nunca llegó a aceptarlas.

Tras estas idas y venidas fue como un 30 de octubre el viajero zarpó hacia su destino con ansias de libertad, futuro y crear una familia en la que poder ser feliz.

Tras un mes en alta mar el viajero llegó hasta las lejanas tierras, sin embargo, allí se topó con el reverso del tiempo. Su esposa y posible madre de sus hijos había fallecido hace veinticinco días.

Cuando aquel viajero narraba la historia fue cuando me di cuenta de que había estado todo el tiempo equivocado y que mis alas no eran complejos sino las virtudes que me podían ayudar a ser feliz, quizá aceptarlas lo único que necesitaba.

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