«SAILING»

03:46 a.m. Suena la canción “Sailing” de Rod Stewart.

Desde las 02:15 a.m. viene sonando y mi cuerpo se hace etéreo, el reproductor en modo estéreo es sincero, igual que el llanto con el que se escriben las cartas en la cárcel.

Mi gato no ha venido a verme dos noches, pienso que tiene otra casa, imagino que otras manos lo acarician.

El perro de mi hermana escucha el ruido de los autos y empieza a ladrar.

Yo sigo en silencio, oyendo “Sailing” y el perro aúlla por salir a la calle y ser atropellado por una furgoneta.

Eso dice la calle, que un ángel busca un árbol y no encuentra ninguno, cuenta que los poetas siguen siendo maltratados moralmente.

Eso dice la calle, que vive mal acompañada, es vomitada y nuevos y vanos proyectos derriban muros con poesía, la calle llora y yo lloro escuchando “Sailing”, no comprendo porqué, la letra me llega a los huesos, se adentra en los tejidos y no tengo cannabis, ¡maldita sea! ¡No tengo cannabis!

¡Sailing! ¡Sailing! ¡Navegación! ¡Navegación!

Me llega el pensamiento de un perro atropellado, el pensamiento de un pájaro con el ala herida, varios pensamientos tristes, la canción me produce eso.

La miseria, la ley vieja y olvidada, los sueños que me duelen, el susurro del alma, el grito del mundo, y todo eso es tristeza.

Cierro los ojos con coraje y faltos de fe, veo los ojos inocentes de un toro bañado en sangre, veo la presencia de cientos de personas aplaudiendo mientras una sola persona, una maldita persona se encarga de apagar aquella mirada inocente.

¡Sailing! ¡Sailing! ¡Navegación! ¡Navegación! ¡Respuestas señor! ¡Me lees señor!

Sigue sonando y sigo navegando, abro los ojos y la tristeza se asoma en la penumbra, las palabras forman un gran sol que brilla en mis manos.

Estoy ardiendo por dentro, pienso en las bibliotecas olvidadas, en los libros devorados por la polilla, en las armas, en las manos que fabrican bombas.

“Sailing” esta puta canción me está jodiendo y como todo hijo de puta la estoy repitiendo.

Estoy invadido de recuerdos, anochezco solo, nadando en ron, navegando en mares inventados por los demás y llorados por mí, estoy lejos de ser escuchado, lejos de ser leído y no me importa.

Veo pasar mi vida en un presente dormido y esto tampoco me importa, no es una queja, es un sueño atrapado en un cuarto desordenado, un sueño que duele y suele ser pan en mesa de pobres.

Estoy viéndome fracasar, abandonando los títulos de «El Profesor de Literatura» «El Licenciado en Letras» seguiré siendo el bueno para nada, el malo para todo, el don nadie.

¡Sailing! ¡Sailing! ¡Navegación! ¡Navegación!

Ya no nado, me ahogo en ron, necesito llegar a ese puerto, a ese lugar donde mis pensamientos no sean tristes.

Sailing y este naufragio me están sacando las últimas lágrimas secas.

Pienso ahora en una pata asustada porque sus crías están llenos de piojos.

Pienso en vómitos, en pastillas escondidas debajo de la almohada, pienso en la cuerda floja que no se rompe.

Pienso en el dolor de rodillas de mi padre, en la respuesta de Dios que nunca llega.

Nuevamente en vómitos, en el sencillo ahorrado para cannabis, en los estómagos sin desayuno, en las sonrisas que te sacan los rostros más tristes.

¡Sailing! ¡Navegando!

Estoy navegando y no sé si es la dirección correcta, las lágrimas, la pata asustada, los piojos, las calle sin árboles, la calle sin poesía, los ojos inocentes, los libros, el olvido, el hambre, el pan que no llena, los desaparecidos, mi gato que no vuelve, el perro que ya se durmió.

“Sailing” las respuestas no están al parecer en ninguna dirección, al igual que Dios.

Vuelvo a reproducir la canción, el alma triste de un niño muerto de miedo, ¡carajo! Cómo me encanta llorar las letras y navegar en su misma dirección, directo al hueco del cañón, lejos del amor que no es mío, pero directo a arrebatarle el pan de la boca a la muerte.

Llegan pasos del abuelo, se arrastran por el pasillo y esperan por el café, la pata de pollo que la abuela echaba de yapa a la olla por si llegaba algún ahogado.

Pienso en las navidades sin regalo y con sonrisas reales, en los cumpleaños sin piñata, pero con diversión real.

La melodía como un fantasma me susurra palabras que no entiendo, cierro los ojos y veo a un gato atrapado en una alcantarilla, sus ojos partidos me parten el pecho, un niño abortado por una guerra firmada con pluma de pavo real, la piedad que no convence, la verdad que no convence, el sueldo que no convence.

¡Sailing! ¡Sailing! ¡Navegación! ¡Navegación! ¿Me escuchas señor? ¿Me lees señor?

La injusticia terrestre, la vista gorda divina, ¿hasta cuándo? El murmullo de las tripas, el grito ahogado de la paz, el cielo de los rabiosos.

“Sailing” estoy navegando, estoy ardiendo, estoy navegando, estoy llegando, pero no a ese puerto, aquel puerto es una utopía, estoy llegando, muriendo pero estoy llegando a mi puerto, a mi cárcel, a mi cuarto desordenado que sufre las gotas de siempre.

Tengo toda una visión y es lo que puedo hacer, sólo mirar, seguir navegando en esta canción, ya no hacer preguntas al señor que se quedó sin respuestas.

¡Sailing! ¡Sailing! ¡Navegando! ¡Navegando!

Sólo mirando, no puedo hacer nada más, sólo mirar con los ojos cerrados… sólo mirar este puerto…

Sólo escuchar “Sailing” y cuando acabe, volver a reproducirla y volver a llorar…

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