I
El rencor es un cólico nefrítico,
la ira cruel arrojando en el alma
fósiles de rocas, obstructor de la calma,
sudores calientes, fríos frenéticos,
corazón perdido; desvelado; desnudo, sin nada.
Volcanes de razones ilógicas
justificaciones de culpas, falsedad simbólica,
la tormenta que persigue el tiempo
para atraparlo y vengarse, proemio
de su propia cárcel; la condena irónica.
La mano oscura
que tapa la boca a la conciencia,
resonando su voz maquiavélica
provocándote tentaciones bélicas
para acabar en el planeta de la inexistencia.
El rencor es el latido del pecado,
aguijón de escorpión en el pico de un canario
un transatlántico de papel en un mar de mentiras,
el zombi recompuesto con trozos de pus y orina
el que lo padece, aparenta vida,
más la realidad es, que, carga la muerte a diario.
¡Nunca lo guardes en la cueva de tus puños!
Abre la jaula y deja escapar a la serpiente
que endurece tu coraza, veneno excipiente
que confunde a los sentidos transformando en iluso
al que se cree capaz, insensible y valiente.
El rencor huele a tragedia
sabe a pastel de azufre,
es la visión de Caín contra Caín
hemoglobina escarlata en la yema de tus dedos
la voz que advierte: ¡Te hundirás en tu propia mugre!
II
No le tengas miedo a mi sangre.
Si en mi sangre la media luna se balancea
en el desierto caliente de los deseos infinitos
¡Ay mora! No le temas a mi sangre.
¿Cuántos de mis suspiros visten de gloria tu sonrisa descalza?
En tu mirada, la noche multiplica sus estrellas
y cuando abrazamos nuestros ojos
el tiempo se paraliza y la eternidad transita
cual tortuga aventurándose
hacia la orilla del mar.
¡Mora! Ya he abierto mis manos
para recoger tus cabellos
Nos dimos en la noche las mil… y un beso
¿Lo triplicarán nuestros corazones?
¡Mora! No le tengas miedo a mi sangre.
Tus caricias, tus dedos, trazaron
en mi piel el destino de las pasiones.
En mi corazón, dejaste el tatuaje perenne
del fruto de tu vientre… Amor.
De tanto querernos trepamos a amarnos
hasta que un cicloncito risueño
es la henna de nuestras almas.
¡Yohara, diamante de ternura
que nos transporta al infinito!
¡La sangre late, la sangre de nuestra sangre es Vida!
III
Llantos, silencio, más llantos, dormita,
ángeles, colores, luces, chupete,
patucos, suave, frágil, regordete,
ojitos, ternura, labios, boquita.
Peluche, sonidos, hambre, sonrisita,
manta, pañales, muslos, sonsonete,
agua, sueño, bañera, jabonete,
biberones, besos, nana, nanita.
Papi, mami, lamentos, ruidos, pánico,
el Coco, tinieblas, vacío, luna,
soledad, bombas, más llantos… coránicos.
Harapos, grietas, sed, hambre, sol, dunas,
Siria, llantos, mundo; sordo y satánico,
silencio… silencio… ¿Aún duerme en la cuna?
IV
V
MUERTE POÉTICA
En el día de mi entierro…
que nadie vaya al duelo,
tan sólo la mar y el viento.
No quisiera que la pena
se derrita y se derrame
por los ojos de mi diosa.
Mi madre.
La quiero…
Contemplarla quiero
con su alegría,
visionaria; ¡Llena de vida!
no sin aliento.
Muero por…
llevarme a la vida eterna
la gracia y el arte
de Cádiz “libertad salada”
la del Carnaval sin careta.
Muero por…
¡Ay mi Ceuta!
…la enjoyelada.
Y perfuman tus venas
la sonrisa de la noche,
el alma de furia…
y castañuelas,
tú corazón, indudablemente, de perla.
¿Olvidarte? Jamás, nunca.
¿Para qué coronas de flores
con estos piélagos de hermosura?
¡Ay!
Quisiera que por los ojos
de mi niña, resplandezca
el remanso verde de primavera.
Te quiero…
primavera te quiero,
flor rociada,
¡Para siempre enamorada!
no triste invierno.
Por favor.
Dejad que sean mis versos,
hombros que carguen mi cuerpo.
Os suplico.
Escribid en vuestra memoria lapidaria
el siguiente epitafio:
“Hombre bueno
poeta apasionado,
guerrillero de la vida,
sobreviviendo los sueños.”
En el día de mi entierro…
Tan sólo la mar y el viento.
VI
NOSTALGIA GITANA
Acariciando las cuerdas de su guitarra
y mirando un retrato de Camarón,
no pudo contenerse “er Tomatito”
mil lágrimas le salían del corazón.
¡Cómo me acuerdo José!
cuando me decías que de “chiquetillo”
por ser “rubiajo” y blanquillo,
Camarón te puso tu tío Joseíco.
Junto a Rancapino cantabas al plato
embrujando a “tó” con tu voz soñadora.
Con esa innata maestría,
no era digno te dieran dos perras gordas.
Y al cantar ¡Con qué cantar!
en la Venta de Vargas
derrochabas sentimiento y pasión
poniendo el vello de punta
a Mairena y Caracol.
A estos patriarcas del flamenco
demostraste con tu cante
que el ser gitano
no se lleva en la piel
sino en la sangre.
¡Cómo se me iba “orvía”!
cuando quisiste ser torero.
Ibas siguiendo los pasos
de Paula y Curro Romero.
Y aunque no era tu sendero
cortaste oreja y rabo
“jondeando” soleá y seguirilla,
saliendo a hombros, hermano
“festejando” bulerías
con “toíto” los gitanos.
Así lloraba Tomatito a Camarón
y apretando la guitarra en su pecho
gritaba a los cuatro vientos:
¡Ay Camarón! tú «amistá»
yo la llevo en el alma
y tu “quejío” está preso
entre las cuerdas de mi guitarra.
VII
LOS ESPAÑOLES PRIMERO
¡HAY QUÉ AYUDARLES SIN FALTA!
EL ESTÓMAGO BIEN LLENO
¡QUÉ NO SE LA DEN CON QUESO!…
¡VENGAN CERVEZAS Y TAPAS!
SIN ECHAR LEÑA AL FUEGO
SÉ QUE BEBEN SIN MIEDO
VIENDO UN “MADRID-BARCELONA”
AUNQUE QUEMEN SUS NEURONAS
MÁS CUBATAS QUE UN CAMELLO…
SI LA VIDA TE LA JUGARAS
EN ESTE MAR DE PESADILLAS
TE MARTIRIZARÍAS EL ALMA
DE FE Y TERROR HASTA LA ORILLA…
NO TIENES “NÁ”
FACHADA “NA MÁ”
PERO DE UN PUCHERO
NO TE PRIVARÁS
¡QUÉ ENVIDIA DAS!
TU NECESIDAD…
ENCUENTRA AYUDA Y CONSUELO
Y AUN ASÍ SIEMPRE TE QUEJAS
¡MIENTES COMO UN GOBERNANTE!…
EXPLOTANDO TUS MISERIAS.
NO VENGO A ROBARTE NADA
¡QUÉDATE EL VINO Y TÚ PAN!
¡AY ESPAÑOL VIL MEZQUINO!
¿QUÉ FUE DE TU HUMANIDAD?
TE HAS VUELTO TAN MISERABLE
Y SIN RUMBO…
CÓMO UN NAUFRAGO EN EL MAR
CÓMO UN NAUFRAGO EN EL MAR.
VIII
SEVILLANEANDO POR CARNAVALES
La Torre del Oro y La Giralda
son dos signos de exclamación
que encierran la mágica palabra…
¡¡Sevilla, Sevilla!!
pasión de lunares… y Maestranza.
Y hasta hace poquito tiempo
el gaditano con rabiosas espinas
¡Ay se burlaba, Ay se burlaba!
Pero ya se dieron cuenta
me parece a mí…
que no merecía la pena
tirarse tantas piedras
puesto que Cádiz y Sevilla
engrandecen con su arte
a nuestra madre Andalucía.
Y es la mujer sevillana
de sangre caliente en abril
la que llevó al Guadalquivir
en barquillas perfumadas
de incienso y jazmín
coplas caleteras y gaditanas.
Plantada en los ensayos
cual rosa de fuego del María Luisa
disfrutando de lo nuestro, se vuelve loquita
y después en el Teatro
estalla su corazón
sí el que está en el escenario
es un coplero gaditano
que con dulzura conquistó.
Para ti esta copla
¡Ay mí niña amada!
Hoy quiero besar tu alma
Y gritar a los cuatros vientos
¡Qué estoy “enamorao” sin remedio!
De una mujer sevillana
¡Ay de Sevilla, Sevilla… mí sevillana!
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