Estoy viajando con un único objetivo. Conocer a la persona que no tuvo el valor ni la motivación suficiente para pelear por mí. Tengo sentimientos encontrados, estoy feliz porque es un momento que llevo esperando bastante tiempo pero, tengo miedo de que sea una persona totalmente diferente a lo que he imaginado, ¿y si resulta ser una mala persona?. Quiero irme y dejar de lado esta locura, se que vine a poner la vida de este hombre de cabeza y estoy pensando seriamente en tomar mis cosas e irme de vuelta a casa. Pero hay algo que me dice que me quede aquí sentada, hay algo que me dice que me quede o a la larga me arrepentiré.

—Entonces amor. ¿Que sientes de que por fin vas a conocer a tu “papi”? — la voz burlona de mi novio al otro lado del teléfono me trae de vuelta a la tierra.

—¡Cállate! no le digas así.

—¿Por qué no? es tu papá —no puedo contestar nada a eso, tiene razón, pero me molesta demasiado su tono burlón.

—Ya veremos. Si no se parece a mí, lo va a dudar.

—Pero si ya lo viste en las fotos, ¡eres tú! pero en señor. —una vez más tiene razón pero me niego a aceptarlo. —¿Donde lo estas esperando?

—En la sala de espera de los autobuses. Por cierto, deberías saber que las fotos son muy engañosas, las personas suben a Internet solo las fotos donde se ven bien y ya ni siquiera se parecen. Hay estás tú, hasta te vez guapo —suelto una pequeña carcajada.

En ese momentos suena mi celular, es un mensaje de texto.

«Ya estamos cerca Susana, ¿donde estas?»

«Estoy en la sala de espera de los autobuses.»

—Amor, ya me voy, ya llegaron por mi —en un segundo estoy de pie, esperando una persona, un coche que se acerque, algún indicio que me haga saber si me debo quedar o es momento de irme corriendo.

—Está bien amor, mucha suerte, te amo. —cuelgo el celular, y me lo pongo en la bolsa de atrás de los vaqueros.

Vine aquí con nada más que mi teléfono celular, dinero en la cartera y una bolsa de mano donde solo cargo un cambio de ropa y las tarjetas del banco, por si acaso. Tuve que decir mentiras a mis familiares para evitar el montón de preguntas y regaños que se que me harán. No tengo ganas de que recriminen mis decisiones y terminen por desanimarme. Para todos, estoy en un viaje de trabajo.

Me he vuelto a sentar en la sala de espera donde quedamos de vernos y estoy de espaldas a la puerta, no soy capaz de ver hacia la calle y mirar a todas las personas, pensando en si será él. Pero la espera me está matando, apenas han pasado segundos desde que recibí el mensaje de que ya están por llegar pero siento que han sido horas.

De repente lo siento, no lo he visto pero sé que esta hay, es un sentimiento tan raro, mi corazón está a punto de explotar y las manos me sudan a causa de los nervios. Escucho el sonido chirriante de las llantas de un auto estacionándose. No me atrevo a volver la cara para mirar, siento que me soltare llorando si lo hago. Los minutos pasan, me imagino que el también debe de estar reuniendo coraje para enfrentarse a este momento, la espera se hace eterna. De repente escucho la puerta del auto abrirse y un par de pies encaminándose hacia mí, por fin me armo de valor y volteo la cara, ahi esta.

Después de mucho pensar en cómo seria y en que sentiría, en que diría, aquí esta. Imagine este momento tantas veces que perdí la cuenta. Trato de no verme torpe, quiero que me vea valiente y decidida así que me pongo de pie y me dirijo hacia él, no es necesario decir nada, pero tengo tantas cosas que quiero decir y aún así prefiero guardarlas para mi. Tengo tantas dudas, tantas ganas de llorar, tanta alegría, tanta tristeza y al mismo tiempo tanto coraje. Quiero correr y abrazarlo por primera vez, pero al mismo tiempo gritar, explotar y preguntar ¿por qué tuvieron que pasar 22 años para este momento?. Pero no me atrevo a nada. Yo, que me creía tan valiente y decidida me he hecho pequeña en este momento y me doy cuenta de que en ocasiones las palabras sobran.

—Hola, hija. —me dice al abrazarme

No quiero llorar, quiero verme fuerte y resisto las ganas, he llorado tanto y tantas veces que lo único que espero es disfrutar de este momento. Pero, se siente raro, es como hacer trampa, no tengo idea de cómo deba sentirse abrazar a tu padre pero todo el sentimiento que sentía de repente se disipa y es como si abrazara a un extraño. Entonces comprendí, que los sentimientos que sentía y me daban tanta nostalgia eran al vació que siempre había tenido en mi vida, pero ahora sé que no volverá y eso me hace sentir feliz, ahora es un extraño. Un extraño al que se siente raro abrazar, pero soy paciente y sé que el abrazo que siempre soñé entre padre e hija lo sentiré, tal vez no sea hoy, tal vez no sea en este viaje, pero será.

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