Desayunaron juntos, como siempre. Ella, café con leche con su habitual tostada de pan con tomate y aceite; Salvador,  café solo,  de un sorbo y en silencio. Luego, un beso rápido y un hasta luego. Ella lo mira sin decir palabra y cierra los ojos asintiendo, se queda sola acabándose la tostada y saboreando la mañana. 

 Camina por la casa abriendo balcones y ventanas,  hasta llegar a su habitación para airearla y sentir la luz entrar en ella; se sienta en la cama desecha,  respira hondo y observa la habitación detenidamente,  encima del armario está la maleta con la que hicieron su viaje de novios. Pensando en ello se le escapa una sonrisa leve. 

 Termina la habitación,  ha cambiado las sábanas, y ha puesto la colcha de su ajuar; la habitación huele a limpio, no quedan restos de la noche  y la luz del día llena completamente la estancia. Observa cómo ha quedado y le parece de revista: balcón abierto, cortinas que tamizan la luz, cama romántica, la mesita de noche  con sus gafas y el libro de cabecera, el descalzador a los pies de la cama y el armario reflejando la escena. La vista le lleva de nuevo a la maleta. 

 Coloca la maleta encima de la cama, abierta y vacía, saca del armario sus vestidos, los que le sientan mejor y los va colocando poco a poco como si fuese un ritual, doblándolos de manera que quepa la mayor parte, y todas su joyas, sólo le queda espacio para el álbum de fotos familiares y el de la boda; decide no ponerlos y los deja sobre la cama. 

 Con la maleta, se dirige a la puerta y frente al espejo se encuentra fea, no le gusta verse despeinada y malvestida, han pasado horas y no se había acordado de vestirse.

 Decide ducharse, una larga ducha de agua caliente que la limpie bien por fuera y si es posible por dentro, se maquilla. Y ahora guapa, radiante, exultante y con el vestido para el cóctel del sábado que ha organizado la empresa de Salvador, la hace  sentirse aún más bella, con la fuerza de una mujer de bandera, luchadora, como hacía tiempo no se sentía. 

 Echa una última mirada a la casa: el espejo de la entrada que compraron en un anticuario francés la refleja imponente; sonríe y deja las llaves junto a su móvil en el mueble, coge la maleta y cierra la puerta de golpe.  Mientras camina, piensa en los anuncios del 016 “ Ni golpes que lastimen, ni palabras que hieran”.No quiere ser una más. 

 Para un taxi. 

 –  Adónde vamos? -Le pregunta el taxista. 

 – Al aeropuerto 

 – Antes de salir, discúlpeme, ¿se deja los billetes, pasaporte, algo importante? Es que estoy acostumbrado a que a los pasajeros olviden cosas y tengamos que volver. 

 – Todo lo importante lo llevo conmigo, me dejo solamente una cosa, pero seguro que mi marido la tendrá en cuenta nada más entrar. 

Ya en el aeropuerto  dirige a hacer el check-in en el mostrador de una compañía Low Cost.

 – Hola, buenas tardes, Soledad Espinosa, vuelo a Ginebra, aquí tienen mi pasaporte. 

 – Correcto, Sra. Espinosa su vuelo es el VLG2816, salida18:30 horas,  una media hora antes    ha de estar en la puerta de embarque. Buen vuelo Sra. Espinosa. 

 – Gracias,  eso espero 

 En casa de Sole y Salva, el móvil de ésta está recibiendo los mensajes de WhatsApp, que le llegan de sus amigas, su madre y de Salvador. 

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– (SALVA)  “Sole, cariño, ¿dónde estás? No contestas a mis llamadas ni en casa ni en el móvil, ¿tenías cita en algún Spa y no me lo has comentado?”

 El móvil de Sole sigue vibrando sin parar y nadie contesta, Salvador empieza a preocuparse y llama a la madre de Soledad, ella no sabe nada, le dice que hoy no se iban a ver, que habían quedado para comer al día siguiente.

 – (SALVA) “Como no respondes y no sé lo que pasa, te aviso de que no iré a cenar,  que están aquí los colegas franceses, han llegado un día antes de la gala. Me voy a cenar con ellos y a que conozcan Madrid,  tú cena sola y vete a dormir, no me esperes, te veo en el desayuno. Y si lees el mensaje, llámame que estaré atento al móvil”. 

 – (Menchu) “ Sole, tu madre está llamando a casa y no contestas, y el móvil está encendido, no veo actividad desde las 12:09, llama cuando veas el mensaje, bss. “

 –  (Beagym)  “Chica, hoy no has venido a Zumba, con lo diver que ha estado. Espero que sea bueno lo que  haya hecho perderte ese culito en movimiento de Joao  

 Entre tanto, Soledad llega a su destino. Allí le espera su amiga del internado, Momone. 

 – ¿ Va todo bien o me lo explicarás con la raclette que tenemos para cenar? 

 – Te lo explicaré todo con la tranquilidad de una copa de vino y esa raclette que tanto me gusta. 

 – Perfecto, estamos solas y podemos hablar, cotillear y emborracharnos hasta no acordarnos de nada. 

 – Momone, qué ganas tenía de escaparme. 

 – ¿Y qué ha dicho Salva con lo rarito que es? 

 – ¿Salva? nada, se encontrará mis llaves y el móvil en casa – dice Sole con una copa en la mano-  y se llevará una sorpresa. 

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 La noche  llega antes a Nyon que a Madrid. Cansadas se van a dormir, después de hablar durante horas. Salva está llegando a casa, pensando que Sole ha perdido el móvil. Abre la puerta que está cerrada sólo de un golpe, no es habitual. Abre despacio y ve en el espejo un Post-it en forma de corazón y observa que sobre el baúl están las llaves y el móvil de Sole. Despega el Post-it desconcertado y lee:

 “ Esto no hay quien lo salve, Salvador. Te dejo. 

 Pd. No hay nada en la nevera.» 

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MADRID, BARRIO DE SALAMANCA. 

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