Fui y soy un argentino sorprendido ante la existencia de un Realismo mágico impregnante de la costa de México.
Ella se sentía orgullosa de mostrarme lo majestoso de los pueblos en la sencillez admirable de sus palabras.
Para mí, en ese momento, nada bastaba porque todo era demasiado. Un licor en los tianguis, una brisa cálida antes de subir a los botes que atravesaban los manglares, su mirada inexpresable y el caminar abrazado con ella lentamente en el ocio más grato que tuvo el tiempo. Entonces pensaba que este premio era la recompensa por acciones que hice y que jamás recordaré.
Eramos complementarios, dos espejos enfrentados, nuestro amor se encendía cada segundo y el ardor de los labios anunciaba esa imparable pasión entre un bonaerense, que jamás había pensado viajar lejos de su país y una joven pachuqueña , que no creía verme bajar de un avión.
Nos casamos en Hidalgo y nuestra luna de miel fue una maravillosa estadía en Tecolutla. Lo recuerdo bien, aún más, en este día, en el cual observo la foto que tomé entre Puebla y Veracruz.
Ya me había acostumbrado al asombro poco después de descender de Real del Monte y sentirme tan feliz en medio de la niebla, tan complacido con el café de olla y tan satisfecho al comer unos pastes calientes, similares a las empanadas de Buenos Aires.
Creo que no sólo la gastronomía era parte de mi alucinación. Su presencia cumplía un rol importante para fundir esos paisajes en mi mente y en mi ser actual.
No todo era felicidad, lamento decirlo, porque me avergüenza sentir ganas de llorar mientras estoy contando esta historia.
Nuestro amor había sido muy corto , sin embargo para mi percepción el tiempo se aletargó enormemente. Tanto que cada día eran diez, que cada noche duraba hasta poder contar todas las estrellas antes del amanecer.
Lamenté no conocer su historia , no indagar profundamente las depresiones familiares que la atormentaron a ella y a su familia.
No creía en el mosaico de maldiciones , con el que se adornaban algunos pueblerinos, ni en la herencia como malestar psicológico, ni en cuentos leyendarios del panteón Inglés.Simplemente lo ignoré….
Quizás debí reclamarle en abandonarme en medio de la nada, pero nunca lo consideré de esa forma. Siempre la recordé como alguien que no provocó su muerte, sino como aquella , cuya sensibilidad no soportó el peso del mundo.
Después de las rosas sobre el mármol. Mi mano tomó las maletas. Renunció a todo lo que me había brindado la tierra azteca, incluyendo ese dolor final y esa antigua personalidad tan inútil.
Tuve el valor o el temor para volver a mi país y sin saberlo me convertí en un extranjero más.
Hoy miró hacia atrás y encuentro su sonrisa. Hallo paz en esa foto que tanto le gustaba, Aquella con un bote en la distancia entre el estado de Puebla y el de Veracruz.
Entonces sé que estás y siento con emoción deseos de regresar, pero me detengo, porque logro entender que sigo con la maldita costumbre del autoengaño, de la falsa fantasía , de la rebeldía innata e irracional, que me hacen quererte siempre y que te reaniman al mirar ese paisaje una vez más.
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