Calle privada

Vista por primera vez, el Paseo de las Iguanas parecería una calle sin vida, enclavada en un fraccionamiento cerrado en el que solo circulan personas autorizadas. Sin embargo, uno no tarda mucho en darse cuenta que como en cualquier calle, siempre se oyen historias de quienes cada día la recorremos. 

Desde muy temprano, se escucha el ir y venir de jardineros, barrenderos y personas de limpieza que comienzan a llegar, de quienes salen a pasear a los perros o pasan a toda prisa en sus coches para ir al trabajo y, ya más tarde, haciendo honor al nombre que lleva la calle, de las iguanas que la cruzan buscando el sol y los brotes tiernos de las bugambilias que adornan la calle.

La primera vez que vi a Don Martín barriendo las hojas frente a mi edificio con su sombrero bien calado y sus botas de plástico blanco, apenas lo saludé. Ya pasó tiempo desde ese día y, poco a poco, nos hemos ido haciendo amigos, tal vez porque a él le gusta contar historias y a mi me gusta escucharlas.

–¿Y qué anda haciendo tan lejos de su tierra Don Martín? – le pregunté la otra vez – ¿No siente nostalgia? 

– ¡Que va, niña! Con todo lo que pasa por aquí ni tiempo tengo de acordarme, sobre todo, con estas pinches iguanas que nomás me descuido se tragan todas mis plantas. También te cuento niña, que cuando me salí del pueblo, prometí no volverme a acordar del camino de regreso.

– ¡Ah que Don Martín! ¿Y eso? ¿A quién le quedó a deber o qué?

El miedo no anda en burro niña. ¡Vas a creer! A mi hermano se le ocurrió perder en la jugada nuestra parcela y como luego se puso rejego pa´entregarla, pos me lo balearon. Así que yo mejor me vine pa´cá porque me arrugué nomas de pensar que a mi también me metieran un plomazo…¡Andale, ahí viene Don Alejandro!… ¡Buenas tenga Don Alejandro! … ¿Lo conoces?  El del 107. ¿Supiste que se dio un agarrón con el gringo del 207? Por los mentados perros, según me contó Doña Tere, la pasillera. Pos parece que el perrazo del 207 se mea todos los días en el barandal y el chorro se escurre a la terraza de Don Alejandro. ¿Te imaginas lo encabronado que se ha de poner? ¡Qué te digo! Ayer se toparon en la calle y se hicieron de palabras. Yo andaba barriendo y echando pa´fuera a las mentadas iguanas. ¡Ni te digo todas las pinches palabrotas que se dijeron! La neta que creí que se iban a agarrar a chingadazos y ya hasta estaba alistándome para aquietarlos. ¡Tan encopetados que se ven! ¿Tú crees que con todo esto me pueda andar dando tiempo de tristear por el pueblo? ¡Qué va! … ¡Buenas mister! … Ese vive en aquella casa, ya luego te cuento niña porque ya se te hace tarde ¿o que no?

FIN

PASEO DE LAS IGUANAS. NUEVO VALLARTA, NAYARIT. MEXICO