Para muros los colores

Para muros los colores

Karim Alí

03/04/2016

Soy el aliento de rebeldía que aprisionado entre paredes plateadas, explosiono cuales volcanes de arcoíris rugiendo justicia, con atrevidas sinfonías de trazos y espirales para restaurar con espíritu crítico e impoluta venganza, los murales más desnudos y temibles… Soy la obra maestra que decora el viejo salón de tu calle. Soy el insulto, la mosca cojonera o el vulgar garabato para quienes la verdad le producen calambres en el alma. Soy el deseo invisible para el ciego que aunque no pueda… siente la colorida esencia de mi mensaje… ¡Y surgiré cual relámpago de libertad para cegar el corazón de los hipócritas! Soy el mindfulness de los olvidados de la Tierra. Soy el que mira fijamente a los ojos de los poderosos desafiando su grísea conciencia. Soy la esperanza camaleónica para los corderos maltratados de la sociedad, que por más que me transmute en mil tejidos de piedra; ven en mi presencia estática, imágenes eviternas y necesarias para sus desdichadas vidas. Vidas pintarrajeadas por politiqueros, empresarios, jefes, gobiernos… Ladrones todos; demonios y sanguijuelas. Soy testigo presente de los secretos más inimaginables de los nativos que transitan la calle. Más, guardo en la memoria, infinitas palabras, miradas, gestos, impotencias, sueños, anhelos, alegrías, penas, risas, lágrimas, tinieblas, luces…

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Quise salir de ésta mi dimensión, el día que presencié como una mano convertida en látigo, marcaba en las castigadas mejillas de cierta mujer el color rojo-sangre de la crueldad, dejándole el alma con unos tonos de “morado chillón” cuales lunares rotos, y al no-hombre que lo causó envolviendo a su aureola unos monstruos tan ennegrecidos como la ira de sus actos.

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Veo a Doña Lucía, abuela de setenta años, pasar a diario con el carro de la compra a medio llenar cuando vuelve de la plaza de abastos, y el corazón vacío y nostálgico de afecto porque los suyos se olvidaron de “la vieja…” Contemplo a Juan, como recoge colillas amarillentas del suelo para llevarse a los labios un moribundo cigarro, ya que sin las ayudas “limosneras” del Gobierno, los cuatros meses que debe del alquiler en el “zulo” donde malvive y con más de cuarenta años de edad, no hay dios que tenga la decencia de darle otra oportunidad; aunque domine  a la perfección cinco idiomas…

¡Ay Calle Larga mezcolanza de clases sociales tan diversas! Epicentro de múltiples comercios donde el consumismo fornica con la avaricia. “Burgueses” (catetos engominados) y “muertos de hambre” (reyes de las apariencias…) Chaqueta y corbata contra chaleco y bufanda anticuados. Jóvenes con titulaciones enmarcadas en el viento y los que nunca acaban lo que empiezan. Ambos divisarán el futuro con un telescopio…

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Desesperados vendiendo objetos deslucidos sobre harapos, oliendo a miedo, por si aparecen “los locales” y así esquivar las multas. Mimo con cara de payaso triste, ansioso que alguna moneda suene en el fondo de su gorra, colocada en el suelo cual mano extendida y pedigüeña. Y músicos “hippilones” de alma romántica y compases flamencos.

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CALLE LARGA, JEREZ DE LA FRONTERA (CÁDIZ)

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