Madrugada del terror

 Nashim cursaba la carrera de filosofía y letras en la universidad de Madrid.

Con su mochila cargada al hombro partió media hora antes, para juntarse con sus compañeras según creía su madre arropada con el velo color pastel.

 El beso de despedida era mas intenso que de costumbre, por unos instantes sus profundos ojos negros quisieron expresarle algo que ella no supo comprender.

 Said su padre sentado a la mesa, terminaba el ultimo sorbo del café con leche, recordando que tenía que completar unos trámites en extranjería. Si solo se hubiera acordado antes la habría llevado hasta la facultad que le quedaba de paso, pero hacia tiempo que se había marchado y no tenía mucho sentido ir solo con su vehículo, optando por viajar en tren.

Vivian en cercania de la estación, trayecto que cubría en no más de cinco minutos. Al llegar el convoy ya se encontraba detenido en el andén, rápidamente bajó por la escalera mecánica logrando ascender antes de que cerrasen sus puertas.

 La madre de Nashim mientras se abocaba a la limpieza, escuchaba música de una emisora sin publicidades ni noticieros.

 Por eso cuando cesó la música y escuchó a un locutor hablar medio que entrecortado, detuvo la fregona al limpiar el pasillo frente al dormitorio de su hija.

 Informaba que hacia escasos minutos se produjeron, dos fuertes explosiones en un tren de cercanías en la estación Atocha, la primera impresión es un amasijo de hierros retorcidos y cuerpos diseminados por doquier.

 Escuchaba estupefacta no dando crédito a la posibilidad de que pudiera existir tanto odio en una persona, mirando distraídamente sobre la cama de Nashim la prolija pila de libros que siempre iban en la mochila.

 Tardo unos instantes en valorar lo que veía, la fregona cayo al suelo mientras el pánico se adueñaba de ella, tambaleando casi cayéndose sobre la cama tomo un sobre que escasamente sobresalía de entre los libros, lo abrió rápidamente para leer la inconfundible letra de su hija que en un breve mensaje escribió:

 Madre… he sido convocada para honrar nuestra causa, no me guardes rencor por ello…los quiero mucho a ambos.

 Perdió el conocimiento que solo el insistente golpeteo a la puerta de entrada después de no se sabe cuanto tiempo lograron volverla en si.

 Eran los amigos de Said, que con evidentes signos de shock venían a darle la noticia del brutal acto terrorista producido en un tren repleto de pasajeros, le confirmaron que su esposo viajaba en uno de los vagones mas afectados y después de una pausa con un nudo en la garganta agregaron: Lamentablemente todos los esfuerzos de los paramédicos por salvarlo, fueron en vano.

 Sus estrepitosos gritos eran desgarrantes. Las palabras que sus amigos pronunciaban de nada servían para mitigar su tremendo dolor. Solo ella conocía la magnitud de su angustia.

En aquella estación por una sola deflagración, había perdido para siempre en el ceno de su propia familia, a los que tanto amaba…victima y victimario.