En la calle de Pachuca, en la ciudad más poblada del mundo, vivía una pequeña que hablaba con los pájaros. Nadie creía, pero todas las mañanas charlaba con un colibrí.
Una mañana de febrero, la pequeña ave logró hablarle con la voz más dulce que se haya escuchado sobre la tierra y dijo: «Tú serás una gran escritora».
Y he aquí que la niña creció y se dedicó a contar las historias más divertidas y los cuentos más chuscos. En su entrevista para el Nobel dijo: «¡Solo escuché la voz de mi corazón!».
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