Un ruido atronador despertó a Malena aquel sábado y apresuradamente se levantó para ver de dónde provenía aunque ella casi estaba segura que del salón.
-Buenos días papá ¿Qué ha pasado?
-Hola preciosa, siento haberte sacado de la cama tan temprano. He sacado este libro del estante y mi torpeza con canas ha hecho que se cayera este álbum.
-¿Y qué contiene ese álbum para hacer tanto ruido?
-Fotos viejas que conforman un árbol lleno de historias y raíces.
-Por ese estruendo se diría que esas historias han debido de formar un enorme tronco y fuertes ramas.
-Si tú supieras…
-Me encantaría conocer más esas raíces ¿Me lo cuentas papá?
-Será un placer. Ven siéntate. Empezaremos por FAUSTINO. Tu bisabuelo materno, al que algún nieto guasón y conocedor de la historia familiar le apodó “El Artillero” ya que recién enviudado llegó a Vallecas con sus cinco hijos, en busca de un ama de cría para que amamantara al más pequeño de apenas dos meses. Le habían hablado de ELENA que acababa de perder a su marido en un accidente y estaba sola con su pequeña hija lactante. Hembra de hechuras rotundas. Con referencias inmejorables. Huérfana criada en un internado para señoritas, excelente soltura entre pucheros, dominando la costura, incluso sabiendo bordar (aunque lo que más iba a hacer, era remendar culeras) Y sobre todo…muy limpia y decente.
La “pólvora” de “El Artillero” y la fertilidad de Elena hicieron el resto. Tras sus nupcias, en las que ya aportaban seis descendientes; engendraron diecisiete en común…llegando a ser veintidós.
-Sigue por favor. Esto se pone interesante.
-Voy a ir buscando fotos al mismo tiempo que te cuento que la benjamina de aquella prole fue tu abuela SOLEDAD, una auténtica hada madrina que con diez años ya servía en una casa de “posibles” (como ella decía). Y como las jóvenes de su clase social, sus aspiraciones eran encontrar un hombre bueno y trabajador. Aunque ella iba más lejos…tenía que ser alto.
Con dieciséis años conoció a tu abuelo JOSÉ LUIS, pero no le gustaba lo suficiente. Tenía mejores candidatos (pero ninguno pasaba del metro setenta). Así que para quitárselo de encima le dio palabra de que sólo aceptaría ser su novia si salía excedente de cupo en el sorteo militar (circunstancia casi imposible) Pero faltó el casi y cuando quiso darse cuenta estaban enamorados hasta las trancas.
Se casaron muy jóvenes y al año de su boda nació tu madre y tres más tarde lo hizo tu tío Jose.
-Me está encantando. ¿Sabes algo de los padres del abuelo José Luis?
-Sí. Son historias tan bellas que me encantaba escucharlas.
-Como a mí, papá. Continúa.
-Pues curiosamente también eran los dos de Madrid. Él se llamaba JULIÁN. Dotado de un carácter positivo y gran sentido del humor. Combatiente muy a pesar suyo en la guerra civil, lo cual acrecentó su carácter republicano y antibelicista. Cuando volvió del frente su aspecto harapiento y enfermizo provocó en sus hijos un ataque de pánico, pues no le reconocieron; pero gracias a las historias contadas con un salero especial y una marioneta que confeccionó con un alambre y unos botones, salvó aquel mal trago con la complicidad de IGNACIA, su esposa, su eterno amor. Mujer de extraordinaria belleza y estatura que quedaban reducidas al mínimo si se comparaban con su infinita bondad y paciencia.
-Magnífico ejemplar el árbol que está saliendo. Empecemos con tu parte. Y no me vayas a decir que tu rama también es madrileña.
-Pues si señorita. Somos gatos por los cuatro costados. Ya que mi abuelo CAYETANO hacía pan en la tahona que regentaban sus progenitores en la calle Mira el Sol.
-Eso está en pleno Rastro
-Para que veas…¡Más castizo no se nace!
-Sigue por favor.
-La familia “le” casó con CONCEPCIÓN, la viuda de un panadero para fusionar los negocios y se convirtieron en una pareja de respetables y adinerados desconocidos que llegaron a tener un hijo al que llamaron MIGUEL.
-¿Tu padre?
-En efecto. A él intentaron hacerle lo mismo, pero no hubo manera de impedir su unión con una rubia de rompe y rasga que le tenía loco de amor… ¡SAGRARIO! Formaron una pareja imposible de disolver hasta el fin de sus días. Y de ahí venimos tu tía y yo.
-Algo sabrás de la ascendencia de la abuela.
-Sólo de su padre. Se llamaba ADOLFO y fue un linotipista que enviudó joven, quedándose al cargo de cuatro chicas y un chico que se dedicaron al teatro y al cine. Unos con mayor éxito que otros, pero todos vivieron de ello, hasta la época del destape en la que las chicas dieron por finalizadas sus carreras. No así el muchacho (mi tío) que continúo y se jubiló hace unos años como un prestigioso productor.
-¡Madre mía! Menuda sabia corre por las hojas de mi árbol.
-Pues, supongo que como en todas. Y este arbusto o como lo quieras llamar, está llegando a la copa, puesto que de SOLEDAD y JOSÉ LUIS nació tu madre y de SAGRARIO Y MIGUEL nací yo.
-Vuestra historia te la puedo relatar yo. Creo que mamá me la ha contado tantas veces que puedo hacerlo sin confundirme.
-Adelante, a ver si es verdad.
-La historia data de los ochenta donde la pareja formada por LUCÍA y LUÍS con aspectos distintos se conocen en una tienda y gracias a la canción que empezó a sonar en aquel momento empezasteis a discutir sobre versiones e intrusismo musical, dando paso a quedar para tomar un café e iniciar una relación que ya dura treinta años y que de ella nací yo, para ver como nunca estaréis de acuerdo musicalmente hablando aunque sois dos bailones y para ver la solidez de vuestra pareja y como os habéis sujetado a las raíces de este hermoso árbol sin dejarlo de cuidar ni un solo día.
-Creo que nos hemos ganado un buen desayuno jardinera.
-¡Y hasta un abrazo enramado!
FIN
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