A Ana, Ximena y Carmen.
El Lunes 23 de Marzo, Ana se transportó en tren de Nangis a la Ciudad de Paris, realizó sus obligaciones asignadas de docente gracias a la beca que había recibido en México. Eran pocos minutos antes de las siete de la tarde y se dirigió hacia el Centro Pompidou para ver África 815, que lo daban en el marco del festival Cinema du Reel 2015, y que le había recomendado que viera pues yo, la había visto unos meses antes en la semana que abrieron online la plataforma de exhibición para los documentales en competencia de márgenes.
Ximena Cuevas, tiene 52 años, es una de las videoastas más sobresalientes de mi país; en la fotografía de 1973 al calce, se encuentra ella en la parte superior (un poco fuera de foco y mirando a la cámara), en la parte inferior -de derecha a izquierda- está: el crítico de arte José Gómez Sicre, Julián Pablo, el gran Luis Buñuel y su padre José Luis Cuevas.
Desde el año 2013 me encuentro en la documentación fotográfica y visual de su vida y obra para en un futuro hacer la realización de un documental. Su relación con la imagen viene desde niña y tuvo la suerte de estar muy cercana a su padre y a su imaginación. Su formación fue como la escuela del arte de forma lírica y juguetona, pues “los artistas no tienen horario“ me dice en una de las entrevistas que le hice; su padre despertaba artista y dormía artista y para ella, eso era la vida, no el arte como esa cosa que sucede sino como incorporada a lo cotidiano. En casa de sus papás siempre había visitas, siempre estaba escondida oyendo las platicas, ahora en la distancia recuerda que en la casa de sus padres era de un ambiente burgués, estaba la chica que les servía en la mesa, y sí era una generación distinta; a ella esa parte le choca, pues se convirtió después en lo contrario. A ella le interesa esa parte de ruptura entre el arte y lo burgués.
Al terminar el documental, Ana permaneció en la sala para escuchar la sesión de preguntas y respuestas a Pilar Monsell (para ese entonces a pesar de los nueve mil kilómetros de distancia, a Ana y a mí nos unía una amistad y confidencialidad implacable), y temía que no le hubiera gustado el documental, pero le gustó. A pesar de la diferencia del horario, intercambiamos opiniones via Whatsapp:
–Ya la vi, ahora hay una platica.
–Está Pilar?.
–Sí y está muy guapa. Pero tiene una traductora muy mala.
–Español-Francés?, dile que está con madre el docu y que tiene un fan en el D.F. jaja.
–habemos aquí muchos hispanohablantes. Pero el problema es que la traductora no dice ni la mitad de lo que ella dice. En fin, me gustó pero a mi me hubiera gustado más ver la reacción de su padre al hablar de su homosexualidad…en el ejército etc.
-Sí, pero el estilo es lo que lo hace chingón!.
– Pero es muy bonita en cuanto imagen.
–Así que sí te gustó?
-Me encantó.
Pilar salíó orgullosa de la presentación o acaso un poco desilusionada por esa barrera del lenguaje. En todo caso, lo que había construido era un registro textual, fotográfico y visual hermoso. Al menos para mí.
Ximena está sentada fumando en su viejo sillón verde, recuerda entre sus memorias la gran personalidad de Buñuel, también recuerda a su padre levantarse por la mañana y empezar a dibujar. Siempre le preguntan: ¿cómo es ser hija de Jose Luis Cuevas?, pues además tiene como un arma de dos filos “cualquier logro es porque es hija de Cuevas“, pero ella asegura que el gran regalo que le dio la vida al ser hija de artista es: “para cualquier niño, ser hija de artista es que de entrada naces en un mundo de fantasía, con mi papá jugaba a que me hacía dibujos en partes del cuerpo donde tenían movimiento y que morían a la hora del baño en la noche“ comenta.
“Las cuevas de Cuevas“ o mí proyecto en ciernes surge por la necesidad de explorar en uno de los personajes mas fascinantes que he conocido, la elocuencia en su discurso y obra; creo que cuando se apuesta a que el destino haga su trabajo, en un documental no se puede perder, pase lo que pase siempre aporta nuevas posibilidades y también demanda trabajo y voluntad para integrarlas, sobre todo en una familia con peso histórico y artístico, “no hay nada más difícil que contar que una familia, hay como una verdad en la familia que no hay en ningún otro lugar, se puede inventar y se puede fabular, pero es como cuando hablas de la familia, igual no hay donde esconderse“ dice en voz en off Andrés Di Tella en «fotografías«, un hermoso documental y gran referente en mi proyecto.
Unas semanas después de la proyección me reuní con Ana cerca de La Defènse, en el sector oeste de París en una noche inolvidable. Ahora está de vuelta en México, aunque se ha alejado de nuevo. Ella a quien considero mi mejor amiga y cómplice se casó hace menos de un mes (a la boda no asistí porque sufrí una fractura del quinto metatarsiano del pie), lo que implica un distanciamiento tácito y gradual. Existirá aun, por supuesto, esa amistad inseparable y recuerdos de momentos juntos, como: libros, idas a la cineteca, fotos y postales que nos nutren, pues al final, la vida la vamos haciendo sin tener la mínima idea de cómo queremos que nos quede.
FIN.
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