Cuántas veces me quedaré mirando la luna, solo quiero volver a dormir, me quedo mirando el techo pensando en que sería de mi vida; ¿solo sí mi estado fuera otro? Se pregunta.
Lloro pensado en las tristes heridas de mi alma. Grito, y me desespero por cambiar el tiempo. Nadie puede oírme. Veo lo que nadie más ve, los gritos mutilan mis alegrías y me disfrazan de felicidad, simplemente quiero volver a dormir. Solo así estoy en paz.
– Así termina otro relato de Yurik. –
Una noche más pasa en su vida, se alista a dormir; se queda mirando nuevamente las paredes de su cuarto, está pensando en todas las cosas que le gustarían hacer, y no puede por más que lo desee.
Pasan los minutos y cansado se duerme, va a su trabajo; hoy, por ir de una oficina a otra, se queda más tiempo de lo acostumbrado. De regreso, se queda en el cine con sus amigos disfrutando de la película, cuentan sus anécdotas en el café de la esquina, ríen en el camino; se siente libre, esta vez sucede algo, Yurik despierta. Sólo fue otro sueño.
Es una mañana calurosa, no quiere salir, no quiere que lo vean, sus amigos y su madre prometen que estarán con él; de camino a la cabaña pasan por la playa. Quiere quedarse mirando el mar.
Duerme plácidamente, las aguas protestan su agonía, nadando se adentra en las profundas aguas, encuentra las ruinas de una ciudad perdida, recorre sus calles, mercados y plazas; sube sobre un montón de muros caídos. A lo lejos parecen ser oscuras figuras ondeantes, se acerca con mesura, construcciones fantasmales aparecen, repentinamente la gigantesca estatua de Aryax escolta principal del Nirvana, se interpone en su camino.
Escucha a los lejos voces conocidas que lo llaman, una y otra vez. Yurik despierta sobre su lecho en aquella playa, las horas avanzaron.
Esa noche se queda junto a su ventana mirando la luna, y una lagrima corre por su mejía, de pronto recibe una llamada, es Larisa, una amiga de la infancia de mucha confianza, desea saber cómo estaba su colega después de ese día. ‘Colega’, así era como Yurik llama a sus amigos de confianza; de pronto Larisa escucha que la voz se le quiebra, sabe que algo está mal. Como hacían siempre, ella va a su encuentro, es de noche, llueve a cantaros y tiene la mente perdida. Toma un taxi, atraviesa 5 calles, de camino tropieza con 2 accidentes en la carretera y multitudes que buscan saber que paso.
Por fin, después de un tiempo de congoja llega a casa de Yurik, ¿Qué es lo que pasa?, lo encuentra tirado, sobre el suelo; raudamente se acerca a dónde está, lo levanta, él con la mirada perdida en la luna a través de su ventana, susurra unas simples palabras, – ¡otra vez me quede solo! -, a lo lejos suena su canción de infancia, la que siempre escuchaba. Llorando amargamente abraza fuerte a Larisa, llorando dice, “es por mi culpa, yo tengo la culpa, yo tengo la culpa”, Larisa se reclina a su lado, le dice suevamente al oído; ‘hay cosas que pasaron antes’. Está noche me quedare contigo no estarás solo, le expresa.
Llega la mañana, Larisa despierta, él duerme profundamente; ella lo acaricia, lo besa tiernamente y lo abraza. De pronto la puerta suena, sale de la casa con el corazón agitado. Su padre regreso, recibe la llamada de una mujer, discute con ella, ¿cómo puedes dejar a tu hijo solo en casa, donde estuviste?, La mujer reclama, responde, ¿me estás siguiendo?, ¿quién eres para reclamarme?, corta la llamada.
Nuevamente suena la puerta, es su madre, discuten, los gritos se escuchan incluso fuera de casa, ¡no quieres a tu hijo!, ¡no eres capaz de pensar en él!, ¡lo abandonas sin más!, Yurik escucha lo que dicen.
Los gritos continúan, ¡No quiero vivir más contigo!, ¡lárgate!, La puerta suena aparatosamente, su padre se fue y su madre esta de camino a la policía.
Yurik se quedó solo una vez más, pasan varias horas, ella regresa al anochecer. ¿Qué pasa mi niño?, pregunta, es por mi culpa, es por mi culpa, yo tengo la culpa, responde Yurik; sigue llorando con voz temblorosa, su madre lo abraza fuerte y llora junto a él. ‘No es culpa tuya’, susurra a su oído.
Pasan los días escucha a su madre discutir con otra mujer, ¿Quién es?, No sabes las veces que tengo que salir de mi casa para no discutir delante de mi hijo, ¡Déjennos en paz! Grita. El día transcurre, solo se oye el ruido del silencio, el cielo se vuelve oscuro adaptándose al humor de su alma. Yurik, no puede aguantar más el dolor en su interior, sus penas son incontables. Duerme desconsolado y perdido en sí mismo.
Esta vez Yurik se encuentra en medio de la calle que se llama ‘Desierta’, pasa junto al viejo faro. Camina recordando días memorables, con tristeza en el corazón se dirige a la ciudad, recorre el camino bajo la luz de la pálida luna de aquella noche. Recuerda que los sucesos que vivía en cada noche, escapan a la realidad, empieza a correr y se hace de día.
Mientras duerme Larisa regresa a pasar la noche con él. Por la mañana Larisa llama a Yurik, lo acaricia y le dice, despierta hijo, abre los ojos, te traje el desayuno; tu favorito. Interrumpe un nuevo sueño, en él, estaba llegando al centro comercial de la ciudad.
Yurik despierta, no puede sentarse no tiene las fuerzas para hacerlo, de hecho, el nació sin piernas.
Esta semana, Yurik cumple 13 años…
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