La epopeya de un día cualquiera

La epopeya de un día cualquiera

Carlos Perkinson

31/08/2015

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Sabía que antes de las cinco y media de la mañana, bajar a tomar la camioneta era realmente peligroso, tampoco podía darse el lijo de llegar tarde a su trabajo y es que los trabajos formales para algunos no abundan y en la informalidad, la vida se llena de penurias, bastaba preguntarle a su primo, ni ayuda para los útiles escolares, ni previsión social, ni chequeos de rutina y es que si te enfermas, y se decía a si misma, ¡enfermarse!, ¿quién puede si quiera pensar en eso? , y se repetía en sus adentros ¡Conjurado!, y es que tenia claro que aun con el diluvio que estaba cayendo no podría faltar. 

Se puso un par de zapatos viejos, en el bolso llevaba los que se pondría para el trabajo así que arrancó de carrera entre callecitas y callejuelas y callejones hasta el sitio donde llegaban las camionetas, comenzaba ahí la primera parte de su periplo diario, que con muy buena suerte tomaría un par de horas y media o algo mas. 

Esta vez el paraguas no le falló, por llovía pero no venteaba, cosa que si no es brisa, el paraguas se le voltea y nada que hacer, ponerse el bolso en la cabeza y correr hasta la parada. al fin está en la camioneta, no está sola la gente llega sudada, mojada, molesta y se empujan hasta que no queda el mínimo espacio, algunos y pasa, se aventuran a irse agachados en el pasillo y es que estos rústicos que llegan arriba al cerro no están hechos para llevar pasajeros de pie. 

Cuentan y cierto es que una vez se murió una niña por asfixia terminaron sepultándola, con el peso de los cuerpo apilado sobre ella, murió debajo de la gente, calamita, nadie la oyó gritar, eso dicen, la pobre tenía asma, pero eso es otro cuento.

En cualquier caso ella ahora le paga un transporte privado, con uno de los señores del barrio, que se los lleva y los trae del colegio, un gasto inevitable, igual que lo que le paga a su tía que los recibe hasta que ella regresa . Ya pronto va a terminar el trayecto de la camioneta, espera con ansias que se abra la puerta y finalmente este trayecto está zanjado, con la entrada del aire fresco todos comienzan a salir.  Respira profundo y recuerda, ayer asaltaron uno de los transportes, mataron al conductor, eran menores dos, pero fue el de catorce asó quien le metió un tiro, parece, que le dijo algo que no le gustó, así que debe haber pensado que no se iba a quedar con esa y ni titubeo, cuando el chofer se llevaba las manos sobre el abdomen y en menos de un par de minutos se ahoga en sangre. Dicen que fueron unos muchachitos de por ahí mismo , del barrio pero de arriba, arriba, es una pandillista como de diez y viven solo que como pueden se las arreglan. La policía tan arriba, ni tan adentro se mete, esa tarea no hay quien la agradezca y si terminas metiéndole un tiro a un menor, te fastidias la carrera. 

Lección aprendida, ella piensa, calladita y entregando todo , a lo mejor uno se salva. No quiere pensar en eso lo que quisiera es ponerse los audífonos y oír una musiquita, algunas canciones que le hicieran el trayecto mas llevadero, pero sabe , que si la pones fácil enseguida, te roban el celular en menos de tres cuadras, así que van cantando por dentro, para no pensar. 

Ya esta fuera y se caminó hasta el autobús que la llevará a la estación del Metro, ya no llueve, espera salir de este tramo rápido, pero la gente tarda en llagar y el conductor no sale hasta estar lleno, y es que si no no le rinde, él también tiene que hacer su dinero y que la gente aguante, él  también tiene que vivir. Listo, este tramo no tuvo mayoreo complicaciones, y ya está bajando a la estación del Metro, la estación está atestada de gente, los vagones llegan casi  tope y hay que ponerse tan cerca como sea posible si quieres entrar, pero con una masa de gente atrás así de inquieta da calofríos estar tan cerca de la vía. Ayer fue un infierno, espero una hora por un corte de luz o una falla técnica y ya cuando estaba llegando a su estación, una señora saltó sobre las vías, nadie sabe porque, unos dicen que la empujaron  y no fue así… o mas bien no fueron los que estaban ahí los que la empujaron , no los que esperaban el Metro con ella,, ellos en su mayoría son compañeros al menos es sus penurias, fueron otros, muchos ni saben que lo hicieron, pero a ella se le sumaban los padeceres hasta que no pudo mas. La madre se le murió esperando un transplante que nunca llegó tan solo unas semanas atrás, ella o aguanta sus migrañas y la cabeza la tenía a reventar, desde que su hija se le fue de la casa con un hombre y embarazada y de su marido, ni hablar, al menos estaba contenta de no tener quien la pegara. Eso no sale escrito en ninguna parte, pero es  lo que decían quienes la conocieron. Para el resto un muerto mas, casi un anónimo, que se ira, sin obituario y sin esquela. 

Hoy en el Metro fue distinto, no le fue mal, claro que no faltó el indecente que quiso, frotarle sus partes y aliviar su precocidad contra su cuerpo, ella nos es de aguantarse así que se volteó y le increpó, en esto si es verdad que los jóvenes son otra cosa y al ver lo que pasaba, entre abucheos y empujas,, el tipejo se bajo apresurado  en la siguiente estación., a ella solo le faltaban tres mas y llegaría. Así lo hizo, ningún chance de sentarse tuvo, pero anda con los zapatos cómodos todavía.

Al fin un par de cuadras caminando y ya llega al edificio, le encanta ver esa hermosa torre de cristal , con sus ventanales reflejando los otros edificios, cada uno compitiendo por ser mas alto que el otro. Se detiene y se sienta en un muro que le sirve de banco y ahí se cambia los zapatos, entra al lobby pasa el torniquete con su carnet y se dirige al piso 14, en el ascensor, no falta quien haga un chiste, alguna risa y es que hay quienes no pierden el humos y otros que ríen para no terminar c0mo la señora del  Metro. 

Ya le reclamaron la hora de llegada, le dijeron mejor que ayer , pero tarde también, se excusó y enseguida, oyó , siempre tienes una excusa. se quedó callada, mientras pensaba: si , siempre la tengo,, no es que me la inventó y antes no puedo salir. por que si lo hago la verdad es que no voy a tener que inventar ninguna, por que los muertos no las necesitan. En su silencio recuerda el mes pasado cuando mataron a la tía de su cuñado o bueno ex cuñado por que no le hizo caso al toque de queda que impera en el barrio.

Bueno ya pronto saldrá , la jornada está por terminar, tiene que pasar comprando lo del día, leche , huevos y alguna cosita para el Cole de los nenes, esto no serán nada, pero ahora es un a tragedia, con eso de comprar por el número del carnet de identidad , vas y ese día no hay y las filas son interminables, así que a comprar por fuera a los revendedores y eso cuesta diez veces mas, mientras que el país ella ha oído que se hunde y su dinero vale diez veces menos…

Pero ella lo que quiere es pensar en otra cosa, hace dos años que no va al cine, dos que no va a la playa y en las últimas vacaciones se quedó es su cuarto en la pensión con sus nenes , casi se vuelven locos todos, mas ella que con el sacudón que le metió al mas grande, lo dejó tartamudo por el susto una semana. En fin piensa ella y si todo cambiara, si saliera de tanta miseria, tanta inseguridad, pero… yo no soy un héroe soy una mujer sola y con dos hijos. 

Mientras en alguna parte un Dios, mueve una ficha para que le roben la quincena antes de llegar a su casa o el mercadillo que hizo, eso lo deja al azar, la está esperando este encuentro en la  parada, pero hoy tuvo suerte le tocó compensar cubriendo parte del turno de la noche y no agarró esa camioneta para regresar.

Al día siguen, está sobre la raya amarilla del Metro, siente el viento que es empujado por los vagones y se imagina una enorme serpiente que avanza por la oscuridad de los túneles, ya ve lo ojitos brillantes que se acercan y piensa en la mujer de anteayer , se dice pobre mujer, porqué lo haría y una lágrima recorre su mejilla, una de tantas que no llega al suelo. 

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