La pobreza y exclusión no solo es para los seres humanos. 

Llueve, llueve y llueve desde hace más tres días, ya la `welcome´ alfombra del porche se encuentra sucia y empapada, muchos en el barrio llenos de barro sus pies o zapatos ocasionalmente en la alfombra limpian, algunos niños la colocan bajo el chorro de agua fluvial que del techo baja, no por hacerles el favor a los dueños del rancho, no es para limpiarse luego los pies, es para al menos limpiarla y no se le ensucie más la barriga y las patas a la tristemente célebre ocupante de la misma, es su cama sin cobija, es su casa sin paredes, es el sitio de trabajo de la perrita del porche, más que porche un alero.

La pobre parece un coleto mojado y curtido, su largo y blanco en origen pelo es una maraña de nudos Georgianos imposibles de soltar, más parece un bojote de estopa desechado por un taller mecánico, parece que tuviese un motor encendido que le falla una bujía, dormida tiembla castañeteando los dientes mientras la noche pasa, ya en ella eso es costumbre, su mayor felicidad del día es el atardecer, cuando el viejo Julián saca al frente de su casa el carrito de perros calientes, él sabe donde se acomoda la perrita, ahí mismo, junto al cesto de basura, ahí procura las sobras, y cuando la cosa está mal, Julián le obsequia al menos una salchicha en pan y mayonesa; cuida la casa de sus amos aguerridamente aunque no la atiendan, la adoptaron cuando recién nacida, pero ahora la perrita come casi la ración de un niño de 5 años y ese gasto la familia pobre no soporta el gasto de alimentarla, en el barrio hay muchos malhechores, elementos que la tratan a piedra cuando está despierta y a patadas si se encuentra dormida, los odia y a ladridos y mostrando los dientes les demuestra el desagrado de verlos, mientras con los niños es distinto, al olerlos para las orejas, se yergue altiva y el muñón de lo que fue su cola se mueve con tanta prisa que le hace temblar la cadera, sus ladridos son agudos cortos lastimeros y seguidos.

Traen rebotando en pisos y paredes una pelota de goma, vienen riendo alegres, vienen silbando y chasqueando los dedos mientras le dicen ven perrita, ven perrita del porche, ella tiene `Perrita´ de nombre y `del Porche´ su abolengo apellido, de pedigrí `Casato´ su raza, `Ca´ por callejera su madre y `sato´ uno de tantos perros que corrieron tras de ella en el parque en la tras anterior cuatro primaveras, es el principio del invierno y añora cuando la criaron en una lata de manteca, esas cuadradas que usan las panaderías, pero al crecer su cuerpo se volvió imposible el acceso a su interior y por ello se la votaron, al final ella metía solamente la cabeza y las patas delanteras, nunca conoció el interior del rancho de lata y tablas que cuida. Fiel a la causa de su presencia en la casa ladra y brinca dando vueltas en círculos cada vez más cerrados que arqueado parece una dona, pero el lugar de trabajo no fácilmente abandona. Pero fue diferente esta vez cuando percató entre ellos que se encontraba Miguel y no se pudo contener, corrió hacia él y de un brinco saltó a sus brazos, es el niño del rancho vecino que desde que recuerda Perrita siempre jugó con ella; del bolsillo de su raido pantalón sale un mendrugo de pan el cual de un solo mordisco se come; fue Miguel el que trajo la alfombra que en una madrugada de misa de aguinaldo del frente de una lujosa quinta robó, Miguel los Domingos va de pesca y baño a la quebrada que abajo del puente de la calle en la cañada el agua corre, era el día más feliz de la semana, eso de nadar era algo divino en los calurosos días de verano cuando el bajo caudal de las aguas permitía que algo cristalino pero contaminada con aguas cloacales el pozo estuviera, y en el fondo del mismo pececitos moverse veía, en seguida su zambullida con infructuoso resultado y salir solamente con agua en la boca, pero eso no la desilusionaba, pero ocasionalmente un pececito garoso pescado salía en el cedal de Miguel, cuando sacaba suficientes hacía una pequeña fogata donde trinchados en unos largos y finos palitos de verde madera los asaba, de una bolsita plástica de cierre mágico sacaba sal, y de una mata cercana un limón el otro bolsillo traía, él se comía casi todo, pero el espinazo, aletas y cabeza eran una delicia para Perrita. Miguel y los demás niños de la cuadra son repartidores de periódicos y lavadores de parabrisas de autos en los semáforos de la avenida, ese día de pascua recogieron las propinas navideñas, cargaban unas latas con ranura cual alcancías que sonaban como maracas para llamar la atención, ya caminaban a las afueras del barrio y  cruzaron la autopista para ingresar a un centro comercial de lujo, primera vez que camina por un pulido piso de granito, va ladrando a su reflejo, cruzan al final del pasillo y de pronto ante su nariz un puerta de vidrio como por magia se abre, una roja larga y peluda alfombra es la senda por la cual los niños la llevan, es un spa para perros, Pet Shop mas usualmente llamado, es una peluquería para mascotas, agua tibia con champú, enjuague y más agua tibia, secador de aire caliente, cepillo tijera y peine desenredador, máquina de cortar pelo a diferentes alturas, polvo contra garrapatas y pulgas, talco perfumado y lanolina, collar, vacunas y placa, un bello lazo y brillo esmalte tras un corte de uñas.

Ya sabían el precio total, hacían montoncitos de monedas en la taquilla de pago hasta que con el característico timbre de campanita se abre la caja registradora y con un listón rojo en vez de cadena a la perrita la entregan, tamaña sorpresa al llegar al destartalado porche, una casita mal hecha con madera de embalaje le habían hecho los que no fueron al spa perruno, era justo del tamaño de la alfombra que lavada y seca en su interior yacía; el piso de madera se encontraba elevado y por tanto lejos del agua que popr la acera corría, al frente de la misma un plato desechable de una franquicia de pollo a la Broaster se encontraba rebosante de huesos de pollo del proximo Kentuky Chiken de la autopista acompañado con aún calientes pocas papas fritas, y con la barriguita llena se quedó dormida, esa fue la primera noche que durmió sin frio la pobre Perrita.

Guauuu no es el final, solo es el principio para la perrita del porche que mas nunca se sintió excluida.

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