Aniversario (Sociedad)

Se cumplen veinte años desde que Juana López se convirtió en la primera española en implantarse una «ampliación cerebral intradérmica», término que en 2030 se utilizaba para denominar a los ICAs que la mayoría de nosotros llevamos puestos, así que contactamos con ella para que nos explique sus primeras experiencias.

-Muchos pensaban que enloqueceríamos al tener acceso inmediato a toda la información disponible en la red a través de una antena conectada al cerebro – explica López, – pero cuando alguien está preparando un huevo frito no necesita recordar cómo se cambia una rueda pinchada. Cualquier dato resultó accesible con sólo pensar en él, como cuando recordamos la fecha de un cumpleaños, y sólo de esta manera.

Juana López vivió el momento histórico en que dejó de ser necesario conocer un idioma para comprenderlo.

-Recuerdo que lo primero que hice fue volver a escuchar mis canciones favoritas. No intuía entonces que aquel avance acabaría en los siguientes quince años con la mayoría de los conflictos bélicos.

-¿Cómo eran las relaciones sociales antes de los ICAs?

-Existía una obsesión con la discreción que hoy sería impensable. Los casos de parejas incompatibles estaban generalizados.

-¿Conoció a datadictos?

-Todos lo fuimos al principio. En esos años todavía no existían tratamientos adecuados, aunque aquel fenómeno no llegó a suponer un problema social tan grave como el que había generado la adicción a la Realidad Virtual en los años veinte.

-¿Cómo vivió el boom económico?

-Acabé en paro – ríe, – porque era agente bursátil. Antes del conocimiento instantáneo las grandes transacciones monetarias implicaban riesgos. Al contrario que hoy en día, en aquella época existían negocios que no eran rentables.

-¿Encontró trabajo?

-La primera vez que comprendí un jeroglífico egipcio con sólo mirarlo experimenté la certeza de hallar mi vocación.

-Las sucesivas mejoras de esta tecnología han seducido a los grandes científicos y cada vez son más los que se sirven de la capacidad de cálculo de los superordenadores. ¿Cuál es su perspectiva?

-Cuando era joven – explica – deseaba vivir eternamente para poder presenciar las maravillas del futuro. Ya no será necesario.