Mi pensamiento bulle con mil ideas distintas al mismo tiempo, como hilos de un programa que no para ni mientras duermo, multitarea incomprendida. No consigo centrarme, en el trabajo más de 20 tareas diferentes, configurar equipos, migrar servidores, actualizar parches de seguridad o comprar software ocupan mi tiempo simultáneamente y no tengo suficiente tiempo ni personal para llevar a cabo mis tareas, ni aún las más cotidianas. Han reducido el personal a la mínima expresión, confiando en que las máquinas hacen el trabajo de varios empleados, pero no lo hacen solas. Arriba han olvidado que somos necesarios, y sobre todo, que la tecnología era una manera de facilitar la vida a las personas, no un fin en sí misma, ni tan siquiera una forma de ahorrar personal, sino de que éste fuera más productivo.
Así me encuentro con una persona donde antes había cuatro y llevando más trabajo, el que ya tenía y el mantenimiento de los equipos, ahora incluso de los que son privados y personales del resto de los trabajadores. Y claro, no es suficiente, siempre con retrasos. Y pienso que esta descripción es igual para mí que para el servidor de actualizaciones de Windows que mantengo!
Y fuera de mi trabajo, tres meses sin móvil han sido muy relajantes, destruido a golpes, he retrasado lo que he podido la compra de uno nuevo, buscando en distintas páginas aquel con mejores características, aquel que incluya las últimas innovaciones y finalmente comprando en China, aquí al lado con la tarjeta de El Corte Ingles. Y estos tres meses he tenido más paz que en los últimos tres años, las notificaciones de Facebook, Whatsapp, Twitter, SegundaMano, Gmail, los recordatorios, las alarmas del calendario, del trabajo, los mensajes cortos, las llamadas de Skype, los avisos de CandyCrush, violaban mi intimidad y mi salud mental. Ahora ya no les pienso dejar y en el móvil nuevo he quitado todas las notificaciones. Salvo el pequeño LED luminoso y de colores, por si ella me manda un mensaje, no la quiero hacer esperar.
Por la noche mientras duermo aprovecho a ordenar mis tareas, priorizarlas, marcar las acabadas y preparar espacio para las nuevas. Hablo en sueños me dicen, organizando toda la información que recabo durante el día, y no me queda tiempo ya para soñar. Aunque en estos tres meses he mejorado mucho, la ausencia de avisos en el móvil me ha dejado más tiempo para organizarme durante el día y espero que me dure la tranquilidad al menos otros tres meses.
Pero este esquema de realidad inagotable, de datos continuos e información excesiva se traslada a todos los ámbitos de la vida. Los deportes, actividades de ocio y relajación las realizo igualmente con ansia y desproporción, tenemos skis, tabla de surf, patines, practicamos escalada, senderismo, running, triatlon y cuantas actividades salen. Exceso de información en cualquier caso, nunca tenemos bastante. Los videojuegos son una extensión de mi trabajo, continuamente pegado al móvil o la pantalla del ordenador y finalmente igual de frustrantes que cuando trabajo y programo.
A veces me acuerdo que tengo amigos, eso sí, gracias a Facebook.
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