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El 2 de Marzo Aurelio y su hijo Diego, se dirigen a la estación de Atocha en Madrid, con el fin de coger el Ave con destino a Barcelona. Dos horas y media les separan solamente hasta la ciudad Condal.

Su intención es dirigirse al Movile World Center, para empaparse de las tecnologías más importantes del momento.

Diego, muy aficionado y experimentado en fotografía, deseaba conocer lo más avanzado en esta materia, mientras su padre no demasiado convencido de las altas tecnologías, hacía este viaje como mero espectador y acompañante de su hijo. 

Ya instalados en el departamento y junto a la ventanilla, Aurelio iba recreándose con la variedad de paisajes que ofrecía la geografía española. Con la llegada de la primavera, contemplaba por un lado, los campos verdes con multitud de flores variadas que invadían con su fuerza totalmente natural los raíles del tren, mientras en lo alto, multitud de nubes de colores corrían en el cielo a la velocidad vertiginosa del mismo.

En el interior del vagón y en cuanto el tren comenzó su recorrido, la mayoría de los ocupantes, introducían sus manos en los bolsillos o carteras para sacar sus móviles o portátiles y a continuación empezaban a conectarse. Era completamente imposible mantener una pequeña conversación con ninguno de éllos, puesto que al instante las maquinitas los tenían completamente absortos.

Aurelio recordaba en anteriores viajes, quizás habrían pasado unos cuantos años, cuando en estos viajes charlabas con algunos compañeros y el verbo de la palabra era el eje y entretenimiento principal. Había veces que, hasta entablabas una buena amistad con alguno.

Mientras tanto, Diego no cesaba de contemplar la cantidad de folletos sobre tecnología que descansaban sobre sus rodillas. Su vista giraba entre los folletos de su hijo y la cantidad de maquinitas de alrededor. Imposible articular palabra. Así que no tuvo más remedio que volver su mirada hacia la ventanilla y seguir contemplando la naturaleza. Con tanta tecnología la cabeza comenzó a embotársele y, como si estos metales ejercieran de narcóticos fue relajándose hasta entrar en un profundo sueño.

Las montañas verdes que había atisbado, imaginaba se trataba del Olimpo, desde donde el dios Zeus, desde su colina, con sus ojos dominadores y mirada penetrante, era capaz de distribuir aquellas nubes de colorido maravilloso por la inmensidad del cielo, haciendo salpicar sobre los campos sus aguas medicinales, las mismas que iban salpicando los cristales de su ventana.¡ Ese sí que era un perfecto dios de la tecnología!.

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¿Y la diosa Atenea? – diosa de la sabiduría. Según la mitología fue quien enseñó a los mortales lo desconocido. Los números. El principio de los algoritmos y la agloritmización.

Por lo tanto, los humanos ahora solamente habíamos ampliado su sabiduría en unas maquinitas de silíceo, uno de los elementos más abundantes en la tierra con propiedades semiconductoras, pero Aurelio se percató al mismo tiempo de todo lo que le habían reportado, mayor seguridad, rapidez, entretenimiento, avances en la salud, en concreto mejor calidad de vida.

Una parada del tren. Mis sueños también paralizados.

Estación de Zaragoza. Una corta parada, para a continuación seguir nuestro trayecto. Atrás quedaron la Basílica del Pilar, el río Ebro con sus espesas aguas. Un paisaje cuajado de amplios horizontes, hermosos contrastes, estepas combinadas con extensas áreas de cultivo.

La siguiente parada Barcelona.

Diego tuvo que recoger rápidamente todos los folletos que durante todo el viaje le habían  tenido absorto.

Por fin podíamos contemplar la imagen de la Ciudad Condal. Diego iba a disfrutar de la feria de la tecnología más importante del mundo, en cuanto a móviles y wearables se refiere. Mi hijo estaba feliz. Me confesó le hubiera gustado estar en el congreso MWC, en el recinto de Montjuïc, pero sabía que este recinto solamente era accesible para la prensa, gente del sector y aquellos que hubieran pagado una entrada a precio desorbitado.

Una vez allí, Diego aprovechó para apuntarse a las visitas guiadas para jóvenes y, consiguió su sueño de hacerse con una Wear Camera.

Para él había merecido la pena esta visita y comprobar con sus propios ojos lo que había sido capaz de resolver el dios de la tecnología. Podría con esta cámara hacer realidad  sus sueños.

Mientras, su padre Aurelio, se apuntó a un Asists sobre salud, porque pensaba era lo más conveniente a su edad. Experimentar hasta qué punto el dios tecnología había sido capaz de inventar en cuanto a beneficios para la salud. ¿Sería capaz este dios tan poderoso de alargar nuestras vidas?

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