Al reverso:
Amor:
Lo que amo de ti no son ni tu voz ni tus besos. Te amo cuando hablas de tu madre muerta, de tu hijo alegre y de tus horas vividas con prisa y algunas angustias. Precisamente en esos momentos, en que crees que eres adulto y no eres más que un niño demasiado grande que juega a serlo, te amo ridículamente.
Amor, lo que odio de ti es nuestro parecido. Sí. Ambos no podemos dominar los demonios que nos silencian, que no nos dejan cantar ni bailar y nos obligan a luchar contra las injusticias, las dogmas y las intrigas en el barrio, en la casa, en el hogar y en nuestros corazones. No me olvides, nunca.
Calle la Paz
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