Renacer en la trinchera

Renacer en la trinchera

Francesc X. Cano

24/12/2014

provenza2.jpeg

Querido Asmir:

No sé nada de ti, pero me gusta escribirte. Quiero pensar que estás bien, ya que el silencio forma parte de tu persona. Hace veinte años que te conocí entre las montañas heladas de Sarajevo. Es una escena que se repite a menudo en mis sueños. Aquella tarde me había escondido bajo un montón de nieve y varios hombres congelados. Creí que ya os habíais ido cuando decidí escapar de la trinchera para no morir de frío. Luego descubrí tus botas y la boca del cañón que apuntaba a mi frente. Tu mirada se detuvo en mis ojos y dejaste descansar el fusil. Con una señal me ordenaste que guardara silencio. Gritaste a tus compañeros que todo estaba en orden y me diste una bolsa de comida y una petaca llena de licor. Unos meses después, cuando la guerra había terminado, te encontré en una taberna de Zenica y estuvimos tomando vodka. Apenas hablaste. Me escuchabas, bebías largos sorbos y sonreías con timidez. Entonces prometí que nunca más trabajaría como mercenario. Me alegra decirte que sigo elaborando queso y miel en mi refugio de la Provenza. Aún pienso en ti cuando amanece.

Con todo mi cariño.

Gustave

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS

comments powered by Disqus