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Ya llegué a casa .El viaje fue rápido y fácil, parecía que todos estaban deseando verme, el recibimiento fue toda una celebración.

 Quédate tranquila.

Posdata:

Solo una cosa más. Una vez terminado el recibimiento y ya en mi cuarto, sentí un pequeño regustillo amargo en la boca del estómago pensando;

 ¿Por qué no di más amor? Cuando pude arriesgar y no lo hice ¿Qué me perdí? ¿Por qué me enfadé y no perdoné? Ese sabor amargo se hacía más intenso con cada pregunta, hasta el punto en que me picaba un poquito la nariz, se me aguaron los ojos incluso y me cayeron lágrimas que no esperaba. Solo duró un instante, pero como dolía.

En seguida, antes de limpiar mi pena, vino un amigo, me cogió las manos y secó mis lágrimas. Su sola presencia hizo desaparecer el dolor. Parece que eso es normal después del viaje, pero yo, cariño mío, quiero evitártelo, así que te escribo a escondidas, porque no se puede hacer, y te mando el remedio. 

Arriésgate siempre que puedas, disfruta más cada día y sobre todo, ama mucho, ama a todos, siéntelo todo, porque el gustillo ese, el amargo, solo aparece cuando nos faltó amor.

Mama. 

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