La mayoría de las empresas se jacta (o al menos recalca) que no discriminan por preferencia sexual, credo, etnicidad, etc.
Sin embargo, en la práctica… no siempre es así. Y menos en la fábrica de sueños, la televisora más importante en Latinoamérica: la creadora de estereotipos de belleza; donde todo es juzgado por las meras apariencias.
Mi trabajo como editor literario no requiere que.salga a cuadro, así que podía darme el lujo de ser «feo» y presumir que jamás me había tenido que acostar con alguien para conseguir un contrato (y todos me creen, of course).
Ah, pero… entre escritores es otra cosa: vari@s proyectan sus frustraciones y deseos en los libretos, como cierta guionista que padecía obesidad mórbida y que me rechazó con sólo ver mi foto del currículum
– «Ay, no me gustan sus rastas»- dijo ella;
– Mana, pero si no te vas a casar con él; cada quien trabaja desde su casa y manda los libretos por internet… – dijo su amiga.
– Pero yo quiero un editor así, como Bad Pritt, werito, con clase…. (la gorda se empieza a acariciar sensualmente pantorrillas).
Ejem…. total, ni siquiera llegué a la entrevista con el productor en cuestión sólo porque a la gorda no le gustó mi pelo.
Posteriormente, con las ganancias del horrendo refrito que escribió de cierta telenovela, la escritora tuvo para pagarse un bypass gástrico y reducir así su lonja; luego consiguió marido con su nuevo cuerpo y vive feliz en zona residencial.
Yo, sigo con mis rastas; y estoy pensando seriamente en raparme; mi único desconsuelo, es haber conocido la pobreza moral de esta persona que se dejó llevar por las meras apariencias físicas.
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