No, no estoy loco…pero, ¿sabes lo que te digo? Que piensen lo que quieran. Es su problema, no es el mío. Mis problemas son mucho más importantes y me enfrento a ellos todos los días desde la necesidad. Suerte que te tengo a ti para ayudarme. Ellos no tienen que encontrar un sitio para dormir cada noche, lejos de esos malditos cabezas rapadas que me persiguen y me pegan, mientras se ríen y gritan que la próxima vez me quemarán. Yo sé que son capaces de hacerlo y tengo que esconderme bien para evitarlos. Tampoco saben lo importante que es guardar bien los cartones para después poder resguardarse del frío, sin ellos estaría muerto, pero ellos no lo entienden. Ni lo que es levantarse al amanecer, cada día en un cajero distinto, para que abran el banco, y que ni te miren lo empleados cuando entran. Como si no existieras. Ni conseguir un euro para el vino que me ayuda a sobrevivir en esta mierda. Les cuesta darme diez céntimos porque tienen miedo y asco de tocar mi corrompido cuerpo. Ellos no saben nada. Mis problemas nacen de la necesidad, los suyos solo del deseo. Estuve en el albergue, con el chico que me dijiste, y me comentó que me podía quedar con ellos. Me dieron de comer y me duché. Se han portado muy bien. Me cuesta confiar en la gente. Soy como un perro al que han apaleado. Cuando levantan la mano para acariciarme mi instinto me hace huir y ladrar. Ellos sólo ven lo que están obligados a ver, no quieren ver más. Les horrorizaría profundizar en las vidas como la mía. Vidas muertas. Ellos sólo ven mi pelo grasiento y huelen mi aliento a alcohol; ven mis uñas largas y negras, y mi ropa sucia. Ven mis harapos e intuyen mi desesperación, pero no saben quién soy yo. No quieren saberlo. Hay más gente como yo. Los conozco de la calle. No sé sus nombres, pero sé cuáles eran sus zonas. Me dijeron que fuera a una reunión de alcohólicos anónimos. No he dejado de beber aún, no quiero mentirte, pero estuve allí y me sentí bien. Éramos diez personas y el que quiso contó su historia. Todas las historias eran la misma. El alcohol entra en tu vida y te saca de ella. Ellos piensan que no va con ellos, que no es su problema. Que nunca podrán verse en esta situación. Ni lo imaginan. Ellos no. Yo era como ellos. También pensaba así. Hasta que conocí la muerte interior. No es algo que pase un día. Es la evolución natural de una vida interior enferma. Me he afeitado la barba y he rejuvenecido, ya verás. Y tampoco está mal como me queda la ropa que me dejaron…
Corrí por la vida persiguiendo al tiempo
Y me quedé sin tiempo ni pasado
Pasando de puntillas por la vida
Buscando siempre la siguiente esquina
Encontrar a la persona equivocada le pasa a demasiada gente. Creer que es la indicada a algunos menos. Tener una familia con ella me pasó a mí. Sus gritos por todo y sus celos por nada. La ves pasar de ordenada a maniática, de tímida a insociable. Sus malditas obsesiones y sus compras compulsivas. Intentas arreglarlo. Crees que un niño te unirá más, y se instala en el centro de tu vida y de tu cama, haciendo que la distancia sea aun mayor. Después llega el segundo, mi pequeña, y los días te van tensando la vida hasta que te vas rompiendo. Un día decides empezar de cero, sin haber entendido que empiezas de nuevo, pero no de cero, sino en negativo. Cuando me fui nos repartimos todo: ella se quedó la casa, yo la hipoteca, ella el coche, yo el préstamo personal, ella los niños, yo un régimen de visitas. Ella mi pasado, ella mi futuro. Yo sólo me llevé mi presente, y lo quise exprimir. He conocido una chica. Se llama Laura y se preocupa por mí. Es una voluntaria. Me gustaría que la conocieras. Me prometió que conseguiría que hiciera algún curso y lo cumplió. Me gusta la gente que cumple sus promesas. Hablamos de muchas cosas. Le he hablado de ti. Ya, ya sé que no es posible. Es nuestro secreto. Ella se medicaba sus problemas comprando. Yo bebiendo. Cada día más. Los dos.
Los sentimientos son encontrados. Por un lado, te sientes liberado. Por otro, culpable. En medio de esa disyuntiva, dos bolas de preso, el recuerdo de tu hijo y tus deudas.
Y ahora me paro
Y donde estoy me encuentro
Y quiero volver, recorrer el pasado
Pero el tiempo se ríe y me enseña las canas
Y deprisa, deprisa ya casi no hay nada
Volver al mercado fue divertido. Chicas, noche, alcohol, coca. Vives una segunda juventud. Descubres que aún cotizas, que aún eres capaz de ligar una noche. Acostumbrarte a esa vida tuvo un precio demasiado alto. La noche entre semana es de cuatro. Al final conoces a todos, entras en todos los garitos, saludas a todos los camareros. Las bromas, las risas, la fiesta es una constante. Te sientes querido y divertido. Te sientes el mejor. Las mañanas cada vez se hacen más incompatibles. Un día no vas al trabajo porque no puedes levantarte. La noche ha sido larga, y las copas y las risas han durado demasiado, y cuando suena el despertador ni te planteas qué hacer. Simplemente no vas. Envías un mensaje al jefe diciendo que no te encuentras bien, que has pasado mala noche. La historia se repite demasiadas veces. He empezado a ver cosas que no veía. El otro día me fijé en un atardecer rojizo precioso. Di un paseo por la playa con los pies descalzos y me mojé hasta las rodillas. Me gustó ver el mar y sentirlo. Es como si estuviera despertando. También estuve observando a dos niños jugando en el parque. Corrían uno detrás del otro.. No paraban de reír sin motivo, y me hicieron reir ¿Te acuerdas? No porque seas un irresponsable, sino porque la noche te hace sentir vivo, y el resto del día no. El resto del día estás muerto. Utilizas la coca para aguantar el monótono trabajo y al inútil de tu jefe, que siempre te está observando. Eso es muy caro, pero te fían. Dicen que un día tropiezas y se te cae la vida.
Corrí por al vida persiguiendo un sueño
Una vida fácil, regalada
Y dejé que fuera el sueño quien decidiera
Como debía sentirme yo cada mañana
Eso me pasó a mí. Un día dejan de fiarte y además te exigen que les devuelvas todo lo que les debes. Tienes que desaparecer. Dejas de ir a los mismos sitios. Buscas nuevos amigos y nuevos bares. Sólo miras al presente porque el pasado duele, y el futuro no existe. Te tiran del trabajo. Tu jefe dice que ya no das el perfil. Te asustas pero sigues tu vida. Ya saldrá el sol, te dices. El tiempo pasa demasiado deprisa cuando uno sólo bebe y duerme, y no encuentras nada, porque ni lo buscas. Se acaban el paro y las ayudas, y sigues endeudándote para seguir vivo en tu mentira. He empezado un curso de formación para acceder a Internet. Es el que me consiguió Laura. Estoy muy contento. Me ha gustado, y no se me da mal. Dicen que soy bueno con los ordenadores. El director del banco te llama porque ya no puede, según él, aguantar más las cuotas de los dos préstamos. Dice que desde “la central” le exigen que los ejecute. Le dices que lo refinancie, pero como no tienes ingresos te lo deniegan.
Y ahora me paro y busco siempre dentro
y en mi interior encuentro esa fuerza
lejos de los sueños no cumplidos
más cerca de lo que yo nunca pensara
Los amigos van desapareciendo. Cada vez son menos, y van cambiando. Suelen durar lo que dura la noche. Ahora son amigos de barra, que comparten monólogos contigo. Antes no bebías solo. Beber era un ritual social y siempre encontrabas a alguien que te acompañaba. Los camareros ya no te dan conversación. Cuando bebes ya no ríes y bailas, ahora te enfadas sin motivo, gritas y golpeas la barra mientras la combinación de alcohol y coca te hace creer que eres el dueño de tu vida. Las promesas y los proyectos de la noche terminan donde acaban los gin tonics que has bebido, en el váter. La vida se vuelve amarga como la tónica de tus combinados, y tus copas tienen aromas de fracaso y matices de derrota. Un día te desahucian.
Tu mujer ha rehecho su vida y los niños no quieren saber nada de ti. Sabes que están influenciados por ella. Los esperas cada miércoles y cada viernes en fines de semana alternos, en la puerta de tu antigua casa y no bajan. Un día están enfermos, otro día tienen que estudiar…hasta que un día su madre desciende a tu infierno para decirte a la cara que no quieren verte, que es mejor para ellos que no estés en sus vidas, que no eres un buen ejemplo. Piensas que quizás tenga razón. Y los pierdes.
Y ahora observo a mis hijos cada día
y los huelo y los besó lentamente
y busco lo que dice el corazón
y comulgo conmigo a cada instante
El otro día salimos a dar una vuelta con varios compañeros del centro. Lo pasamos muy bien, fue divertido, y no bebimos nada….
Cuando lo vas perdiendo todo te vas resignando a ser un perdedor. Un día llega el deshaucio y estás solo. Poco a poco vas muriendo, hasta que un día llega tu muerte interior. Decides morir porque ya no importa nada. Ese día sólo te tienes a ti mismo, y no te gustas. Sólo puedes sobrevivir, mientras tus manos tiemblan y tu cabeza olvida. No importan las uñas, no importa el pelo, no importa la ropa. Un día te miras en el espejo y ves que ese reflejo no eres tú, eres otro, pero tampoco importa. Sólo necesitas el vino y las calles. Te fundes con ellas de tal forma que pareces invisible. Nadie te mira, nadie comenta. No existes. He empezado a escribir. Sabes que siempre me gustó. Escribo sobre cómo me siento y también sobre cómo me gustaría sentirme. Es una especie de catarsis. Me ayuda. Mientras escribo sobre lo que quiero voy sintiéndolo, y empiezo a vivirlo. Yo soy el culpable de mi situación, pero uno a veces se va dando cuenta de que los caminos se están estrechando y piensas que ya ensancharán, que mejorará, hasta que llegas a un camino sin salida. Ahí estoy yo.
Quiero salir de este pozo en el que estoy, y ahora tengo un motivo muy poderoso. Lo voy a conseguir.
Las colas para desayunar, para comer, cada vez son mas largas. Mis días también. Pero tengo un gran secreto. Cada día observo desde lejos a mis hijos, a mi chico y mi pequeña, en el colegio. Ellos ya no me conocen. Mi barba y mi pelo blanco y sucio me han cambiado demasiado. Me he hecho viejo muy deprisa. Los miro, son felices. Ellas también se han hecho mayores. Veo cómo se divierten, y sé quiénes son sus amigos, sé lo que les gusta y lo que no. He desaparecido para la sociedad y también para ellos, pero no me importa. Es mejor así. Es mi secreto. Sé que un día volveré a por ellos. Un día dejaré de beber, dejaré de gastar lo poco que me dan. Lo iré guardando donde guardo los cartones, hasta que tenga lo suficiente para comprar ropa decente. Me quitaré estos harapos y me asearé, y hablaré con ellos. Y les diré que los quiero. Que son lo único que importa en mi vida. Un día lo haré. Mas adelante. Lo haré.
Creía que no sabíais que era yo. ¿Hace mucho que lo descubristeis? La verdad es que fue una sorpresa que vinieras a hablar conmigo. Me asusté tanto. Pensé que me echaríais a patadas de allí. En cambio, nada más verte, leí en tus ojos tu dolor, tu compasión. No estaba preparado para eso. Tú sí lo estabas. Eres más fuerte que yo. Y ahora siento tu fuerza.
Tú sabes que no estoy loco. Y gracias a ti, pequeña, y los voluntarios que me ayudan, voy a volver a ser yo. No estoy loco. Lo haré. Créeme que lo haré.
Y me aparto de los sueños y sonrío
con la sonrisa pícara de un niño
y los engaño, como engaño al tiempo
cada vez que paro en el camino
a absorber la vida en un suspiro
robado al tiempo de mi propia vida
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