Prórrroga para mi tío

Prórrroga para mi tío

Estela de Neo

15/05/2014

Un día del frío mes de febrero le vio nacer, corría el año 1922. En una humilde casa de un pueblo extremeño, llegó, inesperadamente acabando la tarde y bajo la tenue luz del candil, un niño de no se sabe cuántos kilos de peso. Desde pequeño aprendió muy bien, a leer en libros diferentes a los que se estudiaban en la escuela. Como él me contaba, leía los libros que enseñaba la vida, leía los cultivos en los campos, y sobre todos, su favorito el libro del cielo. Percibía más allá de lo que la mayoría podemos entender, en eso era igual a mi padre. Tenían un sentido especial de ver la vida, eso fue lo que les unió y les hizo tener una amistad tan noble y sincera que aún hoy, se que perdura. Es mi tío.

Nos tuvimos que venir a Madrid, al principio de los años ochenta, porque a  mi padre le salió un buen trabajo en la capital, yo tenía doce años, recuerdo que sentí mucha tristeza por tener que separarme de mi tío. Mi padre también sintió mucho abandonar nuestro pueblo. Siempre recordaré el fuerte abrazo que se dieron al despedirse y mi padre subió al coche con los ojos empañados, ahí intuí que entre mi tío y mi padre existía  mucho más que la distancia.

Otoño de 2011, cuanto tiempo ha pasado, cuantas cosas han sucedido. Una tarde demasiado cálida de finales del mes décimo, vino a visitarme mi tío. Hacía años que no nos veíamos y volver a reencontrarnos en esta ocasión, fue muy especial. Estábamos tomando café, cuando inmersos en la conversación, echó mano a su cartera. Sacó una pequeña foto, en blanco y negro que me enseñó con los ojos humedecidos por ese sentimiento que transmite el recuerdo de un amigo, ese amigo del que se despidió con un fuerte abrazo un día de no se que año, allá por los ochenta. Era mi padre, si. Era una foto que llevaba consigo hacía más de treinta años, ahí, guardada, en un rincón de su cartera…para él, es como si no hubiera pasado todo este tiempo, habla de él , como si acabaran de estar juntos, por sus palabras, es curioso, tengo la sensación de que entre ellos sigue habiendo esa comunicación, aún sin verse.

Sobrina-me dijo- Yo aquí estoy ya en tiempo de prórroga, porque pedí una por diez años -señaló y miró el cielo- ahí arriba, y aún no me han contestado, así que eso es que sí, que me quedo un poco más ¿no te parece?

Los dos nos fundimos en una gran carcajada…

Quien me iba a decir a mi que sería la última vez que lo vería. Meses después , nos dejaba, sin despedirse, porque tenía prisa por reunirse con mi padre, me dijeron.

Sé, que allí donde están, me ven como yo los veo a ellos, tan serenos y risueños, cuando entro en el mundo de los sueños. 

FIN.

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