Eva, mi tía queridisma

Eva, mi tía queridisma

Ana María Cigada

14/05/2014

Una madrugada entre Navidad y Año Nuevo. Una vigilia triste. Lloro en silencio. Siento la presencia de Eva, mi tía queridísima, que llega para consolarme.

Eva, la que arrastraba a mi papá a las travesuras infantiles.

La adolescente que aprendió a bordar con las monjas del “colegio de hermanas”. Sus manos maravillosas y su talento le permitieron, más tarde, ganarse la vida haciendo bellos conjuntos de sedas y rasos.

La joven hermosa que coqueteaba con sus pretendientes gringos en los bailes de San Sebastián.

La que bordó un suspirado camisón para una noche nupcial que no llegó nunca.

La que luchó por su matrimonio, entonces sacrílego, y por la felicidad que fue esquiva y duró poco. La muerte pronto se llevó a Germán.

La que disfrutaba de las tardes en “El Recreo”, legendario almacén de los Rossi, amigos de toda la vida con quienes compartió alegrías y penas, nacimientos y muertes.

La que reunía a amigas-clientes-alumnas a bordar en el corredor, perfumado por el jazmín del país, de la casa de la calle Río Juramento.

La bibliotecaria de la Asociación de Jubilados Albalat, donde trabajó muchos años ya jubilada. 

La anciana que estaba orgullosa de las delicadas esquelas enviadas por Cortázar. Julio era profesor en Chivilcoy, mientras Eva trabajaba en la biblioteca José León Suárez, que tenía sede en la Escuela Normal. Él le encargaba búsquedas que ella cumplía diligentemente. El libro retornaba con cartita gentil, escrita con linda letra. “Muy educado”, decía mi tía, y contaba con picardía sobre las “pretendientes y pretendidas” del joven profesor, sin dar nombres.

La que celebró sus últimos cumpleaños rodeada de parientes y amigos.  Como los años eran muchos, casi cien, la entrevistaba un periodista. Al día siguiente, ella disfrutaba leyendo la nota del diario local.

Recuerdo una foto, a comienzos de los cincuenta. Se ve hermosa, con una mirada entre tierna y burlona. Me dice: “somos parecidas, las dos solas, las dos acuarianas, las dos Cigada”.

Sí, la imagen de mi tía reafirma lo que nos une. Me ayudará a recibir el Año Nuevo con mi mejor sonrisa.

Diciembre de 2013.

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