La historia que olvidó

Sostuve en mis manos esa foto que tanto me gustaba. No me cansaba de observarla. La miraba siempre que estaba en momentos bajos. Y siempre conseguía sacarme una sonrisa. Era la viva imagen de la felicidad. Mis abuelos. Manolo Cañas y Pilar Maeso cogidos de la cintura paseando por la Gran Via de Madrid. Nadie me había contando nunca la historia de esa foto. Pero yo me la podía haber imaginado cientos de veces. Supongo que mi abuela había ido a buscar a mi abuelo a la tienda de telas que mis abuelos tenía enfrente del Hotel Atlántico. Y de ahí un paseo hasta casa. Sin antes parar a comprar un helado. Lo dicho. La viva imagen de la felicidad. Ahora, cuando le enseño la foto a mi abuela, no sabe quien es esa mujer tan guapa  y con esa cinturita de avispa. Como cada tarde al salir del trabajo fui a verla a la residencia en la que vive. Se me parte el alma cuando no me reconoce. Pero siempre albergo la esperanza de que lo haga. Y lo hace. Cuando empiezo a contarle historias de ella. De quien es…Se había quedado viuda con tan solo 40 años y seis hijos a los que sacar adelante. Y lo hizo. Gracias a las dos pagas que tenía mi abuelo, todos sus hijos consiguieron ser alguien en la vida. Cuando ya todos tuvieron sus vidas, mi abuela decidió contar su historia a través de unos poemas que intuían su vida. Esa tarde le relaté un par de ellos. Una lagrima asomó por sus mejillas sonrosadas. Lo que no sabía es que esa noche me la llevaba de la residencia porque la iban a dar un premio de poesía.

-Esos aplausos no son para mi no nenita- me dijo emocionada.

-Abu sí que lo son. Eres una persona importante. Siempre lo has sido y siempre lo serás.

Y mi abuela por un momento creyó ser la mujer de la foto.