Corría septiembre de 1920. Arribaba a tierras sudamericanas un joven libanés de 28 años, Faisal Almiziri. Había salido de su país natal, primero rumbo a España y luego en barco hasta Valparaíso. Dos días más de tren, llegaba a su destino final, Pucón, ubicado a orillas del lago Villarrica y bajo las faldas del volcán del mismo nombre en donde iría a afincarse. Un lugar en donde reinaba por entonces la ansiada paz, tan escaza en otros continentes.

Al llegar al pueblito, vio el hotel recomendado en donde viviría temporalmente . A su encuentro vino doña Virginia Schultz. Años antes la República de Chile había ofrecído tierras a quienes colonizaran inhóspitos bosques sureños. Hubo alemanes, entre otros muchos que tomaron esta oportunidad y apostaron por labrarse un porvenir en aquellas tierras al fin del mundo.

El hotel había sido la casa familiar de Virginia. Una vez que enviudó , regresó allí para trabajar. En esta empresa familiar todos debían ayudar después de sus actividades escolares. Algunos limpiando, ayudando en la cocina, haciendo de camareros.

La hija mayor, Emma, recién había cumplido 15 años y ya había dejado el colegio para trabajar de lleno en el hotel.

Aquella mañana de 1920 , Faisal estaba sentado junto a la ventana que daba a un patio interior, de pronto la vio venir. Traía una bandeja en la mano y una sonrisa que le iluminaba el rostro. Se acercó a él y sin saludar le dijo:

– ¿Prefiere té o café? Faisal sonrió tímidamente y respondió algo que sonó como a café.

Desde esa mañana quedó prendado de ella. Sólo a hurtadillas se atrevía a mirarla. Recibió de su paisano una clase con frases de cortesía en español. Faisal las repetía y se daba valor para atreverse a decírselas a Emma al día siguiente.Se sentó en la mesa de costumbre. Se dio valor y antes de que ella le preguntara si quería café, se oyó murmurar algo indescifrable. Emma que no entendió lo que él había dicho, preguntó:

– Was sagen Sie?

Sin terminar su café salió apresuradamente del comedor.

Después de una noche en vela llegó a la conclusión de declarársele por medio de una misiva.Con ayuda de sus amigos redactaron una carta en la que él manifestaba sus sentimientos y el deseo de casarse con ella. Bajó al comedor más temprano que nunca. La vio aproximarse como en cámara lenta, sintió que le sudaban las manos y el corazón le latía de prisa.Emma se acercó sonriente y le preguntó:

– ¿Café o esta mañana prefiere té?

Faisal no fue capaz de entregarle la nota. Cuando recuperó el sentido, Emma ya se había ido del comedor. La encontró en la cocina con su madre. Emma comentó extrañada:

– Mutter, er ist ganz merkwürdich?

Faisal le entregó la nota a doña Virginia y salió apresuradamente de allí. Esta empezaba así:

‘Estimada señorita Emma’

Al cabo de un año ya casados, venía en camino su primogénito.

Así comenzó la saga de los Almiziri-Geissel.

                                                                                           Fin

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