¿Hay suficientes velas?

¿Hay suficientes velas?

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Elisa estaba más bella y radiante que nunca. Las velas que la iluminaban le daban un resplandor especial.

Pedro calculaba mentalmente: ¿Cuántas velas hay en la habitación?

¿Serán suficientes?

La suya era una bonita relación basada en el amor y en el cariño, que tenia como resultado el nacimiento de sus 6 hijos.

Pedro la miraba y su corazón exaltado sonreía al contemplar su belleza eterna.

Los ojos de ella permanecían cerrados, tranquilos y su cabeza reposaba sobre una pequeña almohada.

Llaman a la puerta.

Vienen los familiares más cercanos. También van llegando los vecinos, con algo de comer que depositan en la cocina y en la mesa del comedor.

Pedro se ha puesto su mejor traje, el de los domingos. Se ha vestido para la ocasión y tiene la gorra en sus manos, a la que da vueltas en un gesto nervioso.

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Y vuelve a preguntarse ¿hay suficientes velas?

A los niños se los ha llevado su hermana para que no estorben. Solo se ha quedado el mayor, Manolo, que esta ayudando en todo lo que puede.

Manolo se acerca a su padre y le mira con una media sonrisa, intentando comprender lo que estará pensando su padre al ver el ataúd.

Los familiares miran a Elisa, ven su juventud y sienten pena, no tanto por ella, si no por Pedro. ¿Qué va a hacer con sus hijos? ¿Quién los cuidara mientras el trabaja en la estación de tren?

Su hermano se acerca y se ofrece a llevarse a Manolo, aunque será lejos de Ponferrada.

Pedro, cabizbajo, aturdido, no es capaz de reaccionar.

Pasan las horas y todos se sientan alrededor del ataúd.

¿Hay suficientes velas? Insiste la mente de Pedro.

Hablan en voz baja. Cuchichean.

El medico ha llegado. Se acerca y la mira con ojos escrutadores.

Han pasado unas horas desde que notifico su defunción, y observa algo que no le cuadra con el rigor mortis que debería haber.

Se acerca más y presiona en su mano.

De pronto Elisa abre un poquito los ojos. Muy lentamente.

Solo lo ve el medico. Las demás personas no están atentas, solo hablan entre ellas.

Ahora la mano de Elisa se aferra a la del médico e intenta incorporarse.

Una vecina se da cuenta de lo que esta ocurriendo y se levanta dando un grito.

¡Elisa esta viva!

Elisa se asusta al comprender que ha sido dada por muerta.

Mira a su alrededor y al verse dentro de un ataúd lanza un grito horrorizada.

Pedro y Manolo acuden corriendo asustados sin saber que esta ocurriendo.

El medico les explica a todos los presentes que la dio por muerta, pero parece ser que era un ataque cataléptico.

Los vecinos salen a la calle para hablar con los otros vecinos.

¡Elisa esta viva!  ¡Elisa esta viva!

Pedro no sabe si reír o llorar, pero al fin vuelve a estar con su mujer.

Es maravilloso poder recuperarla y que todo haya quedado en un susto.

María Asunción Calvo Puigvert

10-05-2014

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