Agradecimiento a mi abuelo

Agradecimiento a mi abuelo

Esta historia la construí a partir de fragmentos y cascajos de recuerdos. Es un testimonio de la persistencia de la memoria, de lo que se resiste al olvido, al abandono y a la muerte. Es un intento de reescribir una parte importante de mi vida, y también un homenaje a una figura paterna: mi abuelo. Esta es mi oportunidad de reivindicarme con él, a partir del ejercicio de la escritura.

Me coloco en el tren regresivo de los recuerdos y ahí estás tú, abuelo Beto Montañez, alto, delgado con barba y cabeza cana y tu mirada siempre nostálgica. Me tomas de la mano para ir al parque y comprar esos paletones de color rojo inacabables. Sabía a mis escasos cuatro años que no eras mi abuelo biológico, pero un abuelo postizo me venía muy bien y tú te sentías fascinado de serlo.

¿Recuerdas el día que me regalaste el libro de Pinocho?, este libro es de las pocas cosas que a pesar de mis múltiples cambios de casa y ciudad conservo como diamante de un tesoro perdido y añorado. Tú me consolaste cuando mis amiguitos deshojaron el libro, pues no paré de llorar, pero tú estabas ahí para cuidar de mí.

No supe nada o bueno, casi nada de tu historia, sólo que fuiste soldado en la Revolución Mexicana y que anduviste muchos caminos polvorientos, pero nada más. También al paso de los años, me quedé con dos fotos pequeñas tuyas, de cuando estuviste en la revolución, eras muy joven y guapo. Esas fotos pasaron de mano en mano, como monedas desgastadas, frágiles y así las conservo. Al reverso de ellas están escritas las siguientes leyendas: “El Ameyal mayo 23-24 y 25” y “Tenango del aire, mayo 23”. No sé qué ojo captaría esas imágenes, pero esa forma particular de captar tu esencia me gustó mucho.

Foto_1_300.jpg

Foto_2_300.jpg

Siempre recordaré el día en que mi hermano y yo escondidos debajo de la cama, escuchamos a nuestros padres hablar sobre tu muerte repentina, pues habías decidido suicidarte. En ese momento me paralicé, se detuvo mi corazón y el tiempo.

Han pasado casi cuarenta y tres años de tu muerte, pero tu presencia cálida y bondadosa me acompaña, aunque de niña añoré mucho tiempo tu cariño.

¡Ah!, también recuerdo que  eras un fotógrafo aficionado muy bueno, que capturabas los instantes y los eternizabas para deleite de los demás. Ahora mismo comparto contigo esta última imagen que me quedó de ti. Me acuerdo que íbamos camino a Huixtla Chiapas, y el atardecer era mágico, nos envolvía a todos. Atrapaste ese instante en que el sol aún brilla, pero la noche nostálgica y temprana, comienza modestamente a hacerse presente.

Foto_3_300.jpg

Gracias a esa foto puedo ver con tus ojos, y sentir la pasión que te movía por la fotografía, la vida y sentir también tu compasión por las personas. Serán aprendizajes que me acompañen durante mi viaje por la vida. ¡Muchas gracias abuelito Beto!

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS

comments powered by Disqus