Sabías que…¿las flores de cerezo caen a una velocidad de 5 centímetros por segundo?.
A las flores de cerezo se les llaman Sakuras en Japón y existe una película titulada «5 cm por segundo» que hace referencia a la velocidad con la que cae un pétalo de Sakura al suelo. Hace dos meses y 2 días veía yo esta singular película, la cual cuenta pequeñas historias engarzadas donde los pétalos de Sakura son una representación metafórica de los seres humanos, evocando la lentitud de la vida y de cómo la gente, que comienza a menudo junta, lentamente se va separando y tomando caminos diferentes. Siendo honestos, mi hermana odio la película y no la culpo, viendo a los protagonistas te nace un sentimiento de impotencia al ver cómo se aman, se pierden y se separan dentro del flujo de tiempo. No son de esas historias donde el «vivieron por siempre felices…» sea el final, sino más bien de esas historias de la vida real, de las que todos hemos sido partícipes alguna vez y es que: ¿a quién no le han roto el corazón?, ¿a ti?, ¿a mi?. Pero así es, duele, recoges los cachos y sigues adelante, incrédulo ante el evento y desilusionado ante la perdida de esa promesa de amor eterno.
Hoy junto a mi taza de café recordé esa tarde ya que me encuentro armando un intinerario de viaje para llevar a mi bebé Amy a que conozca a sus tíos en Japón. Amy es una bebé de madre Mestiza con sangre japonesa y un padre Mexicano del color del sol. Ella nació con ojos almendrados en tierra caliente, pero del otro lado del continente tiene unos tíos japoneses, de ya avanzada edad que quisieran conocerla por lo que su madre está planeando su encuentro.
16 son las horas de vuelo que nos separan de los tíos, 1 transbordo y 6 películas dentro del Boeing 747-SR46 para llegar a la tierra de su abuelito Koji.
Japón es un pequeño país de gente amable y respetuosa llena de costumbres y tradiciones. Lo más bello es la mezcla de lo antiguo con lo moderno, de los papeles de colores junto con luces leds. Un país de magia en sus bosques y ruido en sus ciudades.
Primera parada: Tokio, y no el Tokyo conservador de mi padre de hace apenas 36 años, donde la mujer caminaba atrás del hombre, no ese Tokyo ya no está, en cambio está este otro Tokio majestuoso junto a su torre más moderna con nombre en inglés y un millón de tiendas departamentales dentro de ella. Capitalismo que engulle con colores y mercadotecnia los ojos de los transeúntes, triste dirán algunos pero la realidad es que el tiempo pasa y todo cambia. Mi papá jamás se imaginó que ya los novios se tomaran de las manos en la calle y que los besos se pudieran repartir en las bancas de los parques, ¡irrespetuoso! diría él, pero es que Tokio cambió sin él presente, le llegó la locura de las luces sin que pudiera ver el maquillaje de su transformación.
Shibuya, Akihabara, Shinyuku, más de tres millones de personas que transitan ordenadamente entre los cruces caóticos de la ciudad. Visitar a los tíos por la mañana y en la tarde pasar por la estatua Hachiko, fiel amor representado por un pequeño perro que se quedo en la eterna espera de su amo, inmóvil y eterno, siempre frente a la estación. Ir a comer pasta Ramen al «Jangara» entre robots y faldas lolitas de la estación de Akihabara para regresar de noche caminando por los alrededores de Ochanomizu.
Segunda parada Yokohama, bello puerto de madera, un china town y una rueda de la fortuna gigante, donde los novios quedan solos por 20 min contemplando la vista panorámica de la ciudad.
De ahí, junto con la carreola abordar el Shinkansen o tren bala para llegar a nuestro siguiente destino: ¡Kyoto!.
Kyoto es la parada obligada para quien viaja por primera vez al sol naciente, es una ciudad encapsulada en el tiempo llena de templos y jardines. En Abril podemos observar el alboroto que hace el viento cuando travieso pasa jugando alocadamente entre las ramas de los árboles, levantando a su paso grandes remolinos rosados de los pétalos de las flores de cerezo. Digno espectáculo, único en el mundo, donde el rosa en tu vida cobra otro sentido completamente.
En Kyoto tendremos una misión: convertirnos en ¡casadores de Geishas!, hay que perdernos entre los pasillos de madera, incienso y papel en busca de la seda en los kimonos de estas místicas mujeres, escapándose entre los corredores de piedra ybambú. Sirenas emblemáticas de este país escondidas en un océano de peces.
Ya por último antes de terminar nuestra aventura, pasando por Osaka bajaremos por el sureste del país para llegar a la ruta de puentes Shimanami Kaido, 7 puentes y 6 islas en dos días de bicicleta. Es un recorrido entre pueblos pesqueros, campos de arroz y templos. Zigzaguear admirando la belleza del paisaje, respirando el aroma de los campos, con el viento entre los cabellos y el sol mordiéndote las orejas. No se me ocurre mejor manera de despedirnos que atravesando de esta forma el mar del Japón, viajando con la brisa sobre la cara y el dulce aroma rosado tatuándose en nuestros recuerdos.
Con esta última imagen reflexiono y me doy cuenta que efectivamente es posible que solo basten 5 cm por segundo,en robarte el corazón para siempre…
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