PERDIÓ LAS VIEJAS FOTOS

PERDIÓ LAS VIEJAS FOTOS

Perdió todas las fotos viejas, o bien algún familiar acaparador de recuerdos las atrapó para guardarlas y que ya nadie más las pudiera ver.

Pero algunas de esas fotos permanecen indelebles en su memoria. Sobre todo aquellas en las que aparecía en brazos de su padre, agarrado como para que nadie se lo quitase, con cara de enfado. No recuerda cuando las hicieron, pero si haberlas visto muchas veces, cuando su madre en las tardes frías de invierno sacaba la vieja caja de zapatos sobre la mesa camilla y las iba repasando una por una diciendo los nombres de los que en ellas aparecían.

        – Mira tu primo Antonio cuando tenía meses, ¿cómo se nos ocurrió ponerlo sobre un asno?, ¡qué insensatos!.

           – Y ésta, ¿quién nos la hizo?.

           – Tu tía Pura, estábamos sobre el puente a la entrada del pueblo. Mira como se ven las dos bolas de piedra de la entrada.

Esa foto, esa foto es la que recuerda con añoranza, con su jersey de rallas, abrazado a su padre, sin querer salir en la foto, y su padre sonriente, con cara de satisfacción, de alegría. Estaba con toda la familia, era uno de esos pocos días festivos en que todos podían estar juntos.

Solo recuerda a su padre por aquella foto, esa foto que no recuerda cuando la hicieron, era muy pequeño, solo tres años.

No tiene recuerdos del momento de la foto, solo el sentimiento de alegría, de seguridad, de amor que le transmitía el abrazo de su padre.

Luego vinieron más fotos, pero todo había cambiado.

Nadie le abrazaba, aparecía solo, con cara de resignación, triste y con la mueca de media sonrisa forzada que le sacaba quien le hacía la foto.

Recuerda la foto de aquellas vacaciones, bajo un pino pimpollo, pequeño como él, tan débil y perdido como él, con unos pantalones cortos de peto, un tirante caído, la cara sucia y el gesto serio, esperando que termine el posado para seguir jugando en su mundo imaginario, para escapar de la realidad que no le gusta, para poder sobrelleva la desesperanza de no poder volver a sentir el abrazo del padre.

Dicen que el tiempo lo cura todo, que todo se olvida. No, no se olvida, lo que hace el tiempo es cubrir esos recuerdos para poder seguir viviendo. Los huecos profundos de los sentimientos perdidos son cubiertos por otros que si bien distintos, nos ayudan a seguir.

Vinieron otras muchas fotos, en circunstancias diferentes, con otras gentes, amigos, el primer amor…. Son imágenes de jóvenes, rebosantes de vida y llenos de ilusión. Con sus melenas, pantalones exageradamente acampanados, y la pose provocadora sobre un dos caballos al estilo James Boon.

Con estos recuerdos en su rostro volvió a aparecer una sonrisa de alegría, de esperanza y amor, que ahora si sale reflejada en las fotos digitales de su teléfono.

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