Acababa de apagar el pucherete,y la pequeña cocina olía a pan con aceite y café recién molido.
La mañana traía la sierra al zaguán y se colaba por el ventanuco el olor de campo fresco, de hierva regada por el roció ,de las voces del pueblo que despiertan los primeros destellos del día.
-¡Niña…Rosario…! Dónde has puesto la camisa?
-La tienes en el salón, que le di un meneo…
Tras asearse Antonio, entró en la cocina donde le esperaba su mujer con medio delantal enganchado de la cintura anunciando un pequeño descanso de las tareas de la casa .Un moño vestía su nuca y prendido al pelo olían azahares del naranjo junto al pozo. Rosario siempre Lo esperaba para desayunar junto a él.
Antonio la miraba y ella resplandecía como una niña de dieciséis años. No necesitaban decirse nada .sus ojos reflejaban las vivencias que habían compartido durante toda una vida; una caricia en el hombro, un beso en la mejilla, y se sentaba en la silla más cercana al candil.
El amor es, un alma en dos cuerpos…un café de puchero en dos tazas; Mirar su cara llena de arrugas y verla guapa, decirle al oído una picardía que le saque una sonrisa: No sé cómo decíroslo…Antonio la quería con locura ,y ella lo sabía.
No habían terminado la tostada cuando sonó la puerta de entrada .se miraron a los ojos sin terminar de morder el pan .
-¿Quién debe ser?,¿esperas a alguien?.
-¡¿yo? No, será alguna vecina ,voy a ver…
Rosario se apresuró a la entrada, levantó la traviesa de la puerta y giró el viejo pomo de latón que asomaba entre las tablas que hacían de entrada. Tiró del pomo hacia ella, levantó la vista en la penumbra, y distinguió junto al quicio a su hija pequeña Rosarito, que traía de la mano al pequeño Curriqui y Antonio de bebé apretando a la criatura contra su pecho, liado con una toquilla que dejaba entrever la carita de sueño
Desde la cocina se oyó gritar a Antonio:
-¡Niña, ¿quién es?
-¡no te preocupes, es la niña ,Rosarito.¡
Se apartó de la entrada para que pasaran al interior cuando Rosarito se derrumbó y se le echó en los brazos llorando desconsolada.
-Pero ¿por qué lloras rosarito?
-¡hay mama, no sabía dónde ir, ¿qué hago?
-De momento dame al Antoñito y ve a mi cuarto que enseguida voy.
Ella se dirigió a la cocina y le encasquetó el bebé a Antonio.
-Cuida de tus nietos un momento que tengo cosas que hacer.
Sentada en la cama lloraba rosarito como una magdalena, la serenó y le preguntó a que se debía tanta pena .entre lágrimas, Rosarito le contó a su madre :
Aquella noche se enfadó con su marido. Discutían por la fogosidad de él, y la negativa de ella , y que no iba a estar dispuesta a cargarse de hijos como su pobre suegra.Tras oir a su hija ,la abrazó y sonrió diciendole :
-sarito eso es amor.fin
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