«Sals o no tia vamos abie a Osiris no pu edes faltarvente 9 en mi ksa no tardes;-)» Jenny mira la pantalla del móvil, después de vibrarle en el bolsillo del pantalón. Va caminando a taconazos; si no se da prisa, el metro se irá y tendrá que esperar cinco minutos al siguiente. Quedan cinco segundos para que llegue, y solamente le queda bajar la escalera mecánica, la cual -si no encuentra a nadie que le obstaculice- puede dar en dos zancadas, y unos seis segundos más para cruzar el pasillo. Tal vez llegue a tiempo. El pitido de cerrarse puertas está a punto de sonar y lo sabe, maldita sea que una señora obesa le impide el paso en las escaleras mecánicas; ha perdido muchos segundos, y de una zancada donde casi pierde un tacón cruza el pasillo cuando el pitido ya está sonando. Aparece en el andén y ve que las puertas comienzan a cerrarse; alarga el brazo y bloquea una; pasando de perfil, logra colarse a la fuerza.
Coge el móvil y desliza el dedo oblicuamente sobre la pantalla, sin que la larguísima uña impida el correcto manejo del terminal. «su ria ahora voy para casa me cambio y vot apra yu casa qQue jien!!! Nis vemos ajora ;-)))))))»; el dedo le vuela sobre la pantalla. Una señora mayor la mira. Jenny se aparta un mechón de pelo lila que le ha caído sobre el móvil. Entra en la red social y mira en el perfil de Tom si va a ir también; un avatar de un muñeco con una jarra de cerveza le provoca una sonrisa. Escribe en su perfil un punto y coma, un guion y un sinnúmero azaroso de cierre de paréntesis. Cuando reposa la cabeza en el asiento, el metro ha llegado a su estación. Baja en un suspiro y enfila las escaleras mecánicas hacia la calle. Llega tarde. Además tiene que ducharse y cenar. Traza un plan de emergencia: se duchará rapidísimo y no cenará; comerá algo mientras busca la ropa y prepara la ducha. Llega a casa y no hay nadie; papá siempre llega a partir de las nueve y media y mamá está conectada, que es como si no estuviera. Justo antes de meterse bajo la ducha le llega un nuevo mensaje. Es Martha, «has visto???????? un corazoooooon!!!!!!!!11 <3»; Eso es todo, pero ella sabe a qué se refiere su amiga; sabe que ha visto el perfil de Tom y que él, habiendo visto en el suyo todos los cierre de paréntesis, ha puesto un corazón en su perfil. Entra un segundo en la red social, va al perfil de Tom y comprueba con un pálpito en el corazón lo que sospechaba. Un corazón grande y de color rosa adorna el perfil de Tom. No puede con su emoción, casi ni se da cuenta de que se mete en la ducha con el móvil en la mano. Cuando el agua empieza a caer por su espalda, dos gotas salpican en la pantalla; entonces da un brinco hacia fuera y lo lanza sobre la toalla que está junto al lavamanos.
El agua cae templada sobre su cabeza y se desliza lentamente por el cuerpo. Se siente cansada; no ha parado ni un momento en todo el día y disfruta de ese momento cerrando los ojos. Siente un sobresalto; es el móvil, han llegado tres mensajes simultáneos. Debe ser algo importante; piensa en los corazones, en los avatares, y ve la foto de Tom sonriendo. No puede más con su impaciencia y sale de la ducha; cuando se ve en el espejo se da cuenta de que tiene el champú en el cabello. Vuelve a entrar, ajusta el agua y se lo saca tan rápido como puede. Está cerrando la llave del agua caliente cuando dos nuevas notificaciones en el móvil la dejan clavada, sin reaccionar. Da un brinco que casi le hace resbalar y sale de la ducha, se seca las manos y mira la pantalla. Es Martha. Dice que ya han llegado todas, solamente faltan Stella y ella. El otro mensaje, «¿Sales hoy hija?», es de su padre; «sí mamana jos cemoa», le responde, y se da cuenta del error al instante; envía otro corrigiéndose, «nos vemos». Mira las demás notificaciones; en la red social Tom ha indicado que le gusta su punto y coma, guion y cierre de paréntesis. Se sonroja, se arma de valor y entra en el perfil de Tom, mira el corazón rosa e indica que también a ella le gusta su publicación. Quiere ponerse bella para él; se mira los ojos en el espejo planeando qué color resaltará mejor en la discoteca, pero ve que no se ha vestido aún. Comienza a vestirse sin secarse, porque ya se ha secado al aire. Sale del lavabo y chilla «¡me voy!»; cuando cierra la puerta llega la voz de su madre a través de la puerta, «hasta mañana». Entra en el ascensor y comienza a pintarse mirándose en el espejo de una de sus paredes. Le llega una nueva notificación, «Vale. Hasta mañana. Hija».
Llega a la puerta de casa de Martha y ya todas están en los coches, solamente falta ella. Se monta en el de Liza y salen uno detrás de otro. Desde el coche de Stella, Martha comienza a enviarle mensajes, «hot si tia, hoy si XD». Jenny mira el coche de delante y ve la mano de su amiga saludando desde el asiento de atrás. Presa de una tremenda excitación taladra la pantalla frenéticamente con el dedo, «XDDDDDDDD».
Finalmente llegan a la discoteca. Grupos de chicos y chicas se abren a ambos lados de la pista. Se acercan a la barra y todas piden un batido; a Jenny le sienta un poco fuerte. Se templa la barriga y cae en la cuenta de que no ha comido nada. Acaba el batido y pide otro. El corazón le late con toda intensidad. Los amigos de Tom aparecen en la puerta. Ella mira el móvil, no hay ninguna notificación nueva. Tom aparece y va directo hacia ellas. Da dos besos a Martha, a Stella y a las demás; ella es la última a quien saluda. Se sonríen y se dan dos besos. Jenny le ofrece un trago de batido, pero él prefiere beber cerveza. Mientras se la traen, se miran y sonríen de nuevo. Ella se acerca y le pregunta «qué tal»; él responde «bien, y tú». Ambos se giran un poco y sacan sus móviles. Se sienten pletóricos. Tom añade un nuevo avatar en su perfil, un muñeco sonrojado. Jenny no ignora el tecleo de Tom y entra también en la red. Primero indica que le gusta el avatar de Tom y luego pone uno igual en su perfil. Vuelven a mirarse y se sonríen. Jenny empieza a sentirse mal, ha tomado los dos batidos muy seguidos y siente mareos. Se disculpa ante Tom y va al lavabo, acompañada por Martha. Una vez allí le muestra los avatares de la red social y las dos amigas se funden en un abrazo. Sintiéndose triunfadora, decide volver a casa; Stella se ofrece voluntaria para llevarla. Se despiden de todos, se acerca a Tom y le dice «bueno, nos vemos»; él le dedica una sonrisa maravillosa «sí, nos vemos. Pronto».
Cuando llega a casa se infla a comer; luego se acuesta. Desde la cama, con la barriga llena y una mariposa en el estómago, entra por última vez en la red social. Tom ha vuelto a publicar algo. «Enamorado del amor» reza en su perfil. Esa visión hace saltar las lágrimas de Jenny, que se siente inmensamente feliz y enamorada, tanto, que quiere gritarlo a los cuatro vientos para que lo sepa todo el mundo.
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