Ignacio tomó rumbo hacia el otro lado del mundo. Iba a visitar a una parte de su familia que vivía allí, en Cartiros. El viaje estaba previsto que durase dos días, la familia de Ignacio estaba ya preparada para recibirle, cuando les informaron de que la nave en la que iba él había sido retenida en un país a mitad del viaje.
Lo que ocurrió fue que en el país de Tragult, el régimen político es muy severo. Y cuando Ignacio pasó con su nave por la zona aérea que correspondía al país de Tragult, los encargados de la seguridad aérea de ese país, le retuvieron. Le hicieron descender con su nave hacia una zona vallada en la que se encontraban más naves aparcadas. Después le llevaron en un coche de gas a una especie de edificio de reclutamiento. Allí le dieron una habitación y después, le dejaron salir del edificio hacia el exterior. Le habían colocado un chip para que no pudiera salir de aquel país.
Ignacio no estaba conforme con este reclutamiento que había sufrido sin explicación alguna. Cuando volvió al edificio de aislamiento conoció a numerosas personas que, como él, habían sido detenidas sin ninguna explicación. Conoció a algunas personas que llevaban ya más de cinco años, desde que empezó esa política negativa. Al ver esta situación, Ignacio decidió plantear un plan de escapada del país.
Reunió a cuarenta personas, una mitad era propia de ese país y la otra mitad eran personas recluidas en aquel edificio. A cada uno le asignó una tarea, el fin era conseguir un gran inventario compuesto por varias naves y armas que hicieran frente a los ataques recibidos cuando intentaran escapar de allí.
Consiguieron un edificio para guardar todo el inventario, en el garaje guardaron ochenta naves con una capacidad total de transporte de 800 personas. En el primer piso guardaron un equipo compuesto por ochenta pares de metralletas. Y en el segundo piso reservaron numerosos equipos de protección física. El plan de escapada era salir con las naves por la noche. El día anterior a la salida del país, cada uno se preparó para su pequeña misión. Unos eran los conductores de las naves, otros tenían que repartir los trajes y otros el armamento.
Cuando llegó la noche, cada recluido salió por orden hacia el edificio donde se encontraba todo el inventario. Cada uno se colocó en el sitio que le correspondía en la nave asignada. Cuando todos estuvieron listos para salir, abrieron las puertas del garaje y las naves comenzaron a salir hacia arriba. Ignacio iba en la primera nave, dirigiendo a todo el escuadrón.
Como todos llevaban detectores, los encargados de seguridad les dispararon para que las naves explotaran, pero no lo consiguieron porque llevaban una banda protectora inmune a los disparos.
Al final llegaron al siguiente país donde no había reclutamiento. Allí encontraron alimentos para continuar cada uno su camino. Ignacio fue al país donde estaba su familia esperándole. Cuando llegó les explicó todo lo que había ocurrido y se quedaron asombrados por lo que les contaba del plan que habían tomado.
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