Este es el comienzo de la novela de Victoria Holt, «La Casa de las Mil Lámparas».
«Cuando oí hablar por primera vez de la ‘Casa de las Mil Lámparas’ sentí de inmediato curiosidad por saber algo más acerca de un lugar con semejante nombre. Había en aquel nombre una calidad mágica, casi mística. ¿Por qué la llamaban así? ¿Podía acaso haber mil lámparas en una casa? ¿Quién las había puesto? ¿Y qué significado tenían? El nombre parecía provenir de una fantasía de las Mil y Una Noches. Lejos estaba de suponer que yo, Jane Lindsay, iba a verme un día atrapada en el misterio, el peligro y la intriga que se centraban en aquella casa de hechicero nombre.»
Victoria Holt tiene esa capacidad increíble de atrapar a los lectores desde el primer párrafo. Tengas la edad que tengas. Leí por primera vez esta novela a los 13 años y perdí la cuenta de la cantidad de veces que la releí. Cada vez me sentí atrapada por todos estos interrogantes del primer párrafo, cada vez descubrí nuevos detalles interesantes, cada vez me fascinó tanto como la primera. Y es que la historia no solo está llena de misterios e intrigas, un gran amor, un hijo y un matrimonio por conveniencia. Con el correr de las páginas fui aprendiendo sobre la cultura y el arte chinos, algo impensado para mí, pero que logró deslumbrarme.
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