Pasé de la somnolencia, a abrir los ojos por completo. Por un momento no sabía dónde me encontraba, después de unos segundos, las imágenes de mis experiencias ocurridas hace apenas unos días, volvieron a mi mente. Mis ojos se llenaron de lágrimas, en mi pecho creció una angustia incontenible.

Mis ojos se posaron en la pared blanca. Había terminado en una pieza del fondo de la casa de mi hermana, sin energía eléctrica, el olor a pintura fresca de las paredes, inundaban todo el ambiente.

Mi fino colchón recibía, por un lado mis 92 kilos y por el otro, el contraste con el frío y delgado parquet que protegía el suelo de baldosas.

La “Negra” me había prestado un acolchado de plumas, el cual servía para paliar el frío reinante en ésa época.

Absorto en mis pensamientos, siento un movimiento a mi izquierda, no quise prender la vela dentro de un vaso que tenía en el suelo, al lado mío.

-Tápate amor, está frío.

Más movimiento. Un acceso de tos despertó a mi niña de 2 años y medio, el cual empezó a crecer, con mucha fuerza, tanta, que la hizo vomitar. La levanté por las axilas, parte del fluido cayó sobre el colchón. Lloraba, tosía y vomitaba. Tomé cualquier remera de mi bolso, al tanteo, para poder limpiar por lo menos el piso. Mi niña, parada, con frío, lloraba y hacía arcadas.

Envolví a mi hija con mi campera, la levanté, con un brazo la sostenía, con la otra mano intentaba dar vuelta el colchón. En la fría, oscura y silenciosa noche solo se escuchaba una palabra, entre sollozos:

-¡Papi, papi!.

Nos tapamos con la parte sin vómito del acolchado. La abracé en posición fetal, para que mi cuerpo le pudiera dar más calor, nos dormimos, eran las 5:22. En 2 horas nos levantábamos para encarar el día.

******************

-Voy a volver a Minas, me tiene podrido Montevideo.

-¿Y cómo vas a hacer con tu hija?.

-La veo fin de semana por medio y entre semana vengo los Martes en el auto a verla, a la salida de la escuela, un rato.

-¿En el auto? 240km, por un par de horas. ¿Todas las semanas?.

-Si.

-¿Y para donde la llevás?.

-No sé, a lo de mi hermana, o a la plaza, o al cine, si está lindo bajaremos a la playa, o algo de eso. Andaremos en la vuelta, caminaremos por ahí, ni idea.

-En la vuelta vas a andar. La vas a sacar al frío, sin lugar a donde ir, ¡que bien lo tuyo! Y el fin de semana que la ves, ¿se quedan en lo de tus padres?.

-No, estoy alquilando una casa, preciso mi espacio, la plata no me da para nada, pero preciso tener mi lugar.

-Te vas con esa…

-No es “esa”, tiene nombre y es mi novia, además, no te importa.

– ¿Tu novia? Rapidito lo tuyo… Sos un imbécil, tenías todo y lo perdiste.

-Lo sé.

-¡Me das asco!.

-También lo sé.

Me congela con su mirada, ira, rabia y dolor transmite en la misma. Una lágrima incontenible surca su mejilla. Cierra la puerta del edificio, mi mano se pega al vidrio en donde está la manita de ella, mi hijita, sonríe, me tira un beso, la llama la madre, sube al ascensor y se va.

Son las 9 de la noche, hace mucho frío, subo al auto y emprendo la retirada, una de tantas. Manejo por inercia, pero mi mente divaga en otras cosas. Angustia y dolor. Lloro al volante, insulto a los 4 vientos y mi ardor en el pecho crece.

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-¿Te das cuenta de lo que hiciste? te vas a perder toda la vida de tu hija. Sus mejores años, su crecimiento. No vas a estar para apoyarla, ni para aconsejarla. Sos padre de fin de semana y algún día entre semana.

Mi mente divaga y me lastima mientras conduzco, es Martes, voy a ver a mi niña. Lloro. Mi sentimiento es entre emoción por verla y culpa por dejarla.

Llego al Jardín de Infantes, entro.

-¿Lía?.

-Se la llevó la madre.

-Pero ¿cómo si hoy es Martes?.

¿Qué hiciste? ¡Vas a perder todo!.

Tomo el auto, conduzco como maniático las 40 cuadras que separan la escuelita del apartamento en donde vive mi hija. Llego con los ojos desorbitados, sudando por más que hace frío. Un acceso de ira se apodera de mí.

-¿Por qué la trajiste vos si sabías que yo venía?.

-Hablé con mi abogado, voy a presentar un recurso de amparo para que no la veas más. No sos el mejor ejemplo para mi hija, es mejor que crezca sin su padre.

La observo por unos segundos. Mi mente divaga, se me nubla la vista de rabia e impotencia, todo me da vueltas. Me van a sacar mi ser más preciado. Un dolor insoportable se apodera de mi cuerpo, de mi pecho, de mi corazón.

-¡Sos una hija de puta!.

Con la vista nublada por las lágrimas, voy por la ruta, 145 km/h marca el velocímetro.

Lo perdiste todo, todo!. Lo único bueno en tu vida y lo destruiste por completo, ¡no servís para nada, sos un desastre! ¡Un verdadero imbécil, mala gente y un padre patético!.

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El informe policial indica que un auto, a 160 km/h colisionó, por detrás, contra un camión que transportaba leña. El siniestro produjo que se soltara la malla protectora, haciendo que los palos de 3 metros de largo, salieran despedidos de dicho vehículo, rompiendo el parabrisas del auto antes mencionado…

Quizá no me vea, pero sé que me siente. Hace una semana fue ella a visitarme. Nunca fueron de gustarme mucho, pero es lo que se estila, dejar flores. Ya no me importa ni el momento, ni la hora, ni el tránsito, ni otras personas, ni nada… Para mí, desde hace un tiempo, todos los días, son Martes.

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