Llovía a cántaros, el Comandante Leal maldecía mientras corría a la estación, habían acordonado el área.
El Detective Magallanes lo esperaba fumando un cigarro, se notaba impaciente.
Qué bueno que llega Comandante, tiene que ver esto:
Encontramos estas huellas, suponemos que empezaron a pelear desde aquí, desde el andén, también está este charco de sangre, parece que le dieron con todo contra el vagón, luego lo hincan y amordazan.
Cof, cof, perdón Detective creo que voy a enfermar, siga, siga, cof cof…
Si, le decía, pensamos que el occiso seguía noqueado por la paliza, así que tuvo tiempo suficiente para dibujar, traer a la víctima hasta aquí, estirarle los brazos y piernas y clavarlo contra el suelo, creemos que quiso simular el dibujo de Da Vinci, y mire escribió con algún cuchillo: nadie es perfecto.
¿Detective Magallanes?
¿Si?
Encontramos esta nota.
Léala: ¡Me arrebataste la vida, me dejaste por ella, no mereces vivir, te creías perfecto, no lo eres, mereces la muerte!
¡Eso es todo!
¡Comandante, Detective! Vengan, encontramos un cuerpo colgando de unos barrotes al final de la vía.
¡Bájenlo!
Trae un cuchillo en el bolsillo, Detective.
Vaya caso Comandante y con esta lluvia.
Si, llévenlos a la morgue. <?xml:namespace prefix = o ns = «urn:schemas-microsoft-com:office:office» />
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