Me gustaría haberme despedido de ti como lo habrían hecho Bogart o Sharif, para dejarlo todo en un quizá o en un imposible, pero yo no soy ellos. Tal vez me hayas esperado como lo habrían hecho Bergman o Kerr, aunque no lo creo, porque tú no eres ellas. Nuestra relación ha sufrido más por las palabras no pronunciadas que por las  proferidas a destiempo. Probablemente ayer no giraste la cabeza para ver si desde el andén intentaba retenerte, porque nosotros nunca dejamos de mirar al frente. Si hubiese estado esperándote nuestra relación no sería la que ha sido. Ya no podrías echarme en cara mi desidia, ni yo a ti tu orgullo frívolo. Todo habría sido más difícil y el dolor más intenso.  En el adiós nunca dicho muere lo nuestro, a la espera de que el tren abandone la estación para sobrevivir al frío invierno.

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