Desde el Andén se ve todo más rápido, atravesarlo es la aventura cotidiana, cuando miro a mi lado izquierdo solo veo primeros planos. Todas las caras son sospechosas, nunca miro al suelo solo miro a los ojos de la gente y camino rápido, pisando fuerte, el ritmo cardíaco se acelera pero me repongo y tomo consciencia de mi cuerpo por si tuviera que defenderme, mi actitud me protege, nadie se animaría a empujarme, se nota que soy fuerte. El otro día no sé porque mire a un señor a los ojos, pero inmediatamente me distraje y mi mirada se fue al suelo, en el suelo había cien euros, pensé que eran suyos  porque solo estaba él, entonces retrocedí y lo llame, intente devolvérselos pero no me entendió, creo que no hablaba castellano, insistí pero el hombre salió corriendo, creo que se asustó.

 

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