En su jardín ya no crecen las violetas. La hierba ha cubierto todo y las enredaderas trepan por las grietas. El silencio parece invadir cada cuarto y el polvo esconde las ausencias. Solo los recuerdos habitan su mente. Sus ilusiones partieron una tarde de otoño de hace ya tantos años. Desde el andén, ella lo vio partir, con la mano en alto y una sonrisa con ansias de gloria en sus labios. Meses de ansiedad transcurrieron. Alguna carta, una llamada, noticias encontradas, ecos heroicos de batallas por ganar. Hasta que un día, la cruda realidad golpeó a su puerta. En una tierra lejana del sur, bañada por el mar azul y la blanca espuma, azotada por los vientos, solo una cruz, junto a tantas otras se yergue como mudo testigo de la derrota.
Ali Ros
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