Camila y sus hermanos «tuvieron suerte»: lograron esconderse bajo la cama grande cuando muchos hombres armados entraron en la casita y mataron a sus padres. 

Por qué? nunca lo sabrán. Aquí esas cosas pasan sin motivo. 

De vivir en el campo, jugando con animales reales, corriendo maratones en pistas verdes adornadas con rojas moras, saltaron sin comprender a una ciudad más fría que los amaneceres en el páramo. Fría aunque brille el sol, Fría porque allí los rostros son fríos. Fría porque los niños no ríen, Fría porque allí los juguetes son inmóviles… El único abrigo que puede sentir Camila es el de los abrazos de sus hermanos ya que «tuvieron la suerte» de no haber sido separados. 

De mañana, Camila no corre su cortina porque allí no están sus montañas; no quiere abrir su ventana porque no llegará el rumor del riachuelo; no quiere levantar su mirada  porque solo verá rascacielos que impiden hallarle forma a las nubes.

Camila y sus hermanos salen. Y allí, abrazaditos, desde el andén de sus tristes vidas, tratan de entender este mundo nuevo esperando el día en que tengan el valor de arrojarse a él.

Los desplazados no sonríen.  

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS

comments powered by Disqus