Atrás queda Madrid con su falsa seguridad.
Comienzo mi viaje con angustia, como siempre.
Al cerrarse las puertas del convoy noto a mi nariz presa por el miedo. Y, una lágrima, recorrer mi rostro al traer a mi mente, a esa niña que un día fui, como todos los niños, una valiente inconsciente.
Desde mi ventanilla de emergencia, veo los árboles, llenos de vida, desaparecer sin apenas mirarme.
Contengo la respiración al pasar por el oscuro túnel como el moribundo que desea pasar lo más rápido posible a una nueva vida.
Llegamos a Alicante. ¡A salvo!
Intento salir del vagón… pero algo me lo impide.
Todos los pasajeros fuera y yo dentro.
Mi miedo se adelanta, bloquea la puerta.
Desde el andén de mi vida veo, por primera vez, partir muchos trenes sin mí.
Quedé en un solitario vagón que yo misma construí para proteger mis miedos.
Pido socorro a esa niña que hoy, he vuelto a llevar en mis pensamientos. Ella me vuelve fuerte y me convierte en una valiente inconsciente.
Logro salir y, una vez fuera, desde el andén, veo partir al tren de mis miedos conducido por una niñita que ríe por dentro.
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