Le dijo que volvería en unos días. Cada mañana, se pone su mejor vestido, se peina, se perfuma y baja a la estación. Cada mañana, consume las horas con la vista fija en el horizonte, esperando desde el andén que el amor regrese a su vida. Se ha hecho popular entre el personal y los viajeros habituales, que ven con piedad, como su vida se marchita esperando a quien nunca llegará.

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