BABU. Pitándole a la oscuridad.

BABU. Pitándole a la oscuridad.

Héctor JT

20/06/2017

Él es un piloto audaz, un temerario sobre ruedas, un lobo del asfalto. En las carreteras de la India él es rey. Conduce el coche a sacudidas, metiendo su hocico metálico en cualquier hueco. Pero sobre todo, lo que le caracteriza es que conduce un coche que no es suyo. Su nombre es Babu y es mi piloto en India.

Babu pone a prueba mi temple cada cinco minutos. Nos dirigimos a Agra, a visitar el Fuerte y el Taj Mahal. Hay una niebla de mil demonios, son las 7:23 am. Acabo de sacar la tableta, y un segundo después estamos frenando en seco porque mi audaz Babu adelanta, confiando en un instinto que se me hace insondable. Estoy mirando cara a cara a un indio que circulaba inocentemente por su carril. Pero no tengo miedo, Babu lleva la determinación escrita en su joven rostro. Bueno sí, la verdad es que tengo miedo.

Ayer visitamos nueva y vieja Delhi y pude disfrutar de todas sus artes al volante, que no son pocas. En todo el día un solo vehículo nos rebasó. Babu se vio obligado a defender su título de lobo del asfalto, entrecerró los ojos y se dispuso a derrotar al aspirante. Eran tres carriles, nosotros discurríamos por el derecho, destinado a los adelantamientos y siempre saturado. El joven aspirante, un potentado local, conducía por el menos concurrido carril izquierdo un flamante BMW. Babu, inexplicablemente, se las arregló para desviar el tráfico hacia el carril izquierdo. A base de una ciega convicción en que su posición natural es delante de la enloquecida manada de coches de la India.

Jamás he visto un intermitente encenderse en este país. Babu me explico orgulloso que la destreza local les ha colocado por encima de esos pormenores. Reservando las indicaciones luminosas a países menos avezados. Sin embargo el claxon, ¡ah, que gozoso invento! Lo usan continuamente, puede significar «Voy a pasar yo, ocurra lo que ocurra» o bien «te estoy adelantando, idiota«. Se utiliza en cualquier circunstancia; de hecho, hay duelos de claxon para cruzar intersecciones, el más obstinado, cruza. Babu lo convierte en una forma de democracia. Pita a todo y a todos. Nada peyorativo, pues también les pita a las vacas sagradas (incluso las acaricia, literalmente, con el coche, por veneración claro). Babu como maestro que es, lo resume así:

«Here in India impossible to drive without a honky.», lacónico sentencia, señalando respectivamente: «One mind. One honky.»

7:38 am. Casi otro accidente en medio de la bruma. Una incorporación repentina de un camión a la «highway» acaba de hacer un sándwich con nosotros y el coche al que Babu intentaba rebasar. Un tercero venía detrás, por supuesto pisándonos el culo. Todos han empezado a pitar y a frenar ante la inminente colisión. Mi temerario campeón sobre ruedas, no. Ha pisado el acelerador y, sin dejar de pitar, ha traspasado el peligro. Es un Obi Wan Kenobi de la conducción y la fuerza es muy grande en él. Continuamos hacia el Taj Mahal. Creo que por primera vez en años rezaré con fervor.

Acaba de comentarme de forma casual que «la conducción está siendo divertida hoy«. Le he comentado que me hallaba escribiendo sobre ello ahora mismo y que si sobrevivía lo compartiría con mis amigos. Ha soltado una risita. Lo que para mí es una experiencia vital –y espero que no la última- para él es sólo otro día en lo más alto de la cadena evolutiva de los pilotos. Él es mi campeón de la carretera.

En honor a la verdad ha habido unos diez minutos en los cuales Babu no ha usado el claxon. Tal vez las maniobras de adelantamiento, con niebla cerrada tipo yogur, por el carril contrario, mientras conduce a 90 Km/h y consulta al mismo tiempo el GPS, le han impedido deleitarme con la deliciosa banda sonora de la India. Cuando me ha mirado en medio de la acción, cosa que hubiera preferido que no hiciera, ha decidido encender las luces de posición. Será por mi tranquilidad. Esté donde esté.

Tras comentar que tiene muchas novias y que eso está bien porque todavía no está casado, se ha sincerado conmigo diciendo «you are a good man». Todo porque no me he enfadado con él, ni siquiera cuando un retén en medio de la autovía ha hecho que me despierte estrellándome contra el techo. Le he tranquilizado diciendo que era imposible de anticipar. Ni ese ni los otros quince que nos hemos comido. Finalmente me ha dicho que él sentiría un poco de aprensión si fuera yo el que condujera. Claro, le he contestado, tú eres un experto, conmigo no estarías a salvo. Su fugaz risilla de duende ha cerrado la conversación.

El hecho más insólito que he presenciado de Babu es que cuando no hay ningún obstáculo a la vista, véase unos ocho metros a lo sumo, comienza a acelerar de forma constante y confiada. Veo esa estoica determinación en su mirada, su labios arqueados levemente hacia abajo, como anticipando las futuras intromisiones en su perfecta conducción. Sujeta firmemente el volante, preparado para todo, sin dejar de acelerar. Y en ese magnífico instante, en el que temo genuinamente por mi integridad, sucede lo increíble. Babu comienza a pitar. No hay nada a lo que pitar, nada más que niebla. Aun así Babu pita, Babu le pita a la oscuridad, Babu le pita a lo desconocido. Babu pita avisando a cualquier cosa por suceder. Bicho, vehículo, suceso o manifestación. Babu avisa al universo en general, Babu pita para decir «Estoy en mi camino, soy el lobo de asfalto, ¡apartaos ignorantes!«.

Babu es mi campeón y si sobrevivo, le daré una propina de cojones, controlaré mi tembleque de piernas, y le diré que ha sido el mejor piloto que he conocido jamás.

¡Larga vida a Babu!.

8:05 am. Agra. India. 26/01/2014. «Día de la independencia».

» O n e m i n d. O n e h o n k y. » -Babu-

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