Si me hubieran dicho desde el principio, que la vida se trataba de un juego sencillo que sucedía desde el andén de la casa, en el que participaban todos los adultos, de manera obligatoria e ineludible cuyo premio diario era anochecer vivo y acumular rosarios de tiempo, que garantizaran una mejor vida. Tuve que descubrirlo en medio de accidentes, tentando como la gallina ciega, entre las sombras, vendado mientras todos veían, hasta descubrir los elementos que componen la faena diaria en que se desenvuelve la vida, el sistema, y se busca a tientas alcanzar un sueño, o al menos una forma de terminar el día, el premio diario.
Sucede que desde mucho antes de nacer se había establecido un sistema compuesto por tres círculos, obligatorios de cruzar, bien fuera de manera directa o transversalmente, para lograrlo que cada uno debía saber quien era, con que contaba y que quería. Se debía hacer un plan para alcanzar un sueño y en esa búsqueda vivir la vida, sumar tiempo sobre todo y por eso me repetían que “el tiempo es oro”. Vivir era una carrera contra el tiempo y mire cada quien como lo hace.
OPINIONES Y COMENTARIOS
comments powered by Disqus