La oportunidad de Miss Harrington

La oportunidad de Miss Harrington

Eva Muñoz Campos

07/08/2013

Hacía varias semanas que Miss Harrington no se encontraba bien. Durante el día había vuelto a sentir palpitaciones y esos extraños desmayos que la desconectaban del mundo real hasta que, como de costumbre, su buen y servicial Fledged acudía puntual y firme con las sales que le había prescrito el Doctor y que ella cuidadosamente se encargaba de no tomar.

Desde que comenzó su malestar- ese era el término que utilizaban cuando ella estaba presente- todos insistían en que lo más saludable y beneficioso sería un viaje en tren alrededor de las Highlands.

El día que partía junto con los Barrows, desde el andén, en la estación de Penbroke, sintió que su corazón dejaba de latir. Allí estaba, mezclándose entre el bullicio de los trenes, la densa y persistente neblina, aquella silueta que se había convertido en algo tan familiar y que con paso firme y rítmico se dirigía hacia su vagon. Unos saludos de cortesía y un cruce de cómplices miradas entre ellos bastaron para confirmar que el plan había salido a la perfección.

 

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